Hielo/Mary OliverMi padre pasó su último invierno
Fabricando crampones para zapatos
Hechos de cámaras de neumáticos y recortes de hierro.
(Un artefacto que resbala sobre la parte media del pie
Y se sostiene debajo del zapato
Un pedazo de metal áspero que permite caminar
Sin miedo a caerse
Nunca en la nieve o en el hielo.) Mi padre
No debería haber estado
Tan cerca del trabajo
En un taller húmedo, pero a pesar
De que sentía estar viajando al borde de su mente
No se detenía. Mi madre
Los usaba, y mi tía, y mis primos.
Él los envolvía y los enviaba por correo
Una docena de pares para mí, una docena
Para mi hermana, en California.
Más tarde supimos cómo se los regalaba
A los vecinos, un hombre viejo
Apareciendo con las mejillas azules de frío en cada puerta.
Nadie lo rechazó
Porque ese dar era llanamente un pedido,
Una petición a ser bienvenido y útil–
O tal vez, quien sabe, la semilla de un deseo
De que no lo mandaran solo afuera, al hielo negro.
Ahora la casa parece más clara: libros,
Mitad-leídos, puestos de vuelta en los estantes;
Los proyectos sin terminar a un lado.
Esta primavera
Mi madre me escribe: Estoy limpiando el taller
Y encontré
Tantos pares de crampones,
Cajas y valijas atestadas,
Más de los que llegaríamos a usar nunca.
¿Qué hago? Y me veo a mi misma
Sola en esa casa con nada
Más que el oscuro brillo de acantilados de hielo, la sensación
De explosiones distantes,
Una ceguera mientras busco mi saco–
Y contesto: Mamá, por favor
Guardá todo.