precauciones sutiles para llegar a enamorarse
No tengo miedo, pero por favor no me sueltes. Él medía más o menos lo mismo que le hubiera gustado medir a ella si hubiera sido varón. Las luces eran rojas y blancas y bailaban sobre los espejos y sobre la gente en la pista. Tomados de la mano atravesaron un mar de gente, el otoño afuera bailaba sin furia, y adentro algo se prendía sin apuro pero sin pausa. La soltó despacio mientras se acercaban al resto y a ella le pareció un secreto que habría que guardar como un par de enaguas, algo que no hace falta ver pero que es necesario para que lo que venga encima funcione después.
viernes, diciembre 10
jueves, septiembre 30
POEMA DEL CAIMÁN /MARY OLIVER*
Me arrodillé
al borde del agua,
y si los pájaros blancos
en la copa de los árboles silbaron alguna advertencia
no entendí,
bebí hasta el momento en que llegó
empujándome,
su cola se sacudía
como un fajo de espadas,
acuchillando el pasto,
y el interior de su boca como una cuna
se abrió,
rimando con dientes –
y así es como casi muero
de estupidez
en la bella Florida.
Pero no.
Me hice a un lado y caí,
él siguió su curso, golpeando todo en su camino
mientras se arrastraba hasta agua
y se arrojaba adentro,
y, al final,
este no es un poema sobre la estupidez sino sobre
como me levanté del suelo y vi el mundo
como si fuera la segunda vez,
de la manera en que es realmente.
El agua, el círculo de vidrio destrozado,
se curó a sí mismo con un susurro suave
y se tendió
con la luz negra del acero pulido,
y los pájaros, en las cataratas interminables de los árboles,
sacudieron abiertos los pétalos nevados de sus alas, y se dispersaron,
mientras, como recuerdo, y para afirmarme,
alcancé
y junté las flores silvestres del pasto alrededor mío-
estrellas azules
y trompetas de sangre-roja
en sus largos tallos verdes-
durante horas en mis manos temblorosas brillaron
como el fuego.
*Otro poema que tradujimos con Martín, y que a él le gusta mucho.
Me arrodillé
al borde del agua,
y si los pájaros blancos
en la copa de los árboles silbaron alguna advertencia
no entendí,
bebí hasta el momento en que llegó
empujándome,
su cola se sacudía
como un fajo de espadas,
acuchillando el pasto,
y el interior de su boca como una cuna
se abrió,
rimando con dientes –
y así es como casi muero
de estupidez
en la bella Florida.
Pero no.
Me hice a un lado y caí,
él siguió su curso, golpeando todo en su camino
mientras se arrastraba hasta agua
y se arrojaba adentro,
y, al final,
este no es un poema sobre la estupidez sino sobre
como me levanté del suelo y vi el mundo
como si fuera la segunda vez,
de la manera en que es realmente.
El agua, el círculo de vidrio destrozado,
se curó a sí mismo con un susurro suave
y se tendió
con la luz negra del acero pulido,
y los pájaros, en las cataratas interminables de los árboles,
sacudieron abiertos los pétalos nevados de sus alas, y se dispersaron,
mientras, como recuerdo, y para afirmarme,
alcancé
y junté las flores silvestres del pasto alrededor mío-
estrellas azules
y trompetas de sangre-roja
en sus largos tallos verdes-
durante horas en mis manos temblorosas brillaron
como el fuego.
*Otro poema que tradujimos con Martín, y que a él le gusta mucho.
miércoles, septiembre 22
ALEX/Mary Oliver*
¿Dónde está Alex, cuidador de caballos?
Nadie sabe.
Vivió todo el año en el establo deshecho,
El verano seco escondido en el alero.
Ahora que se fue, quién se lamenta, quién puede,
Por Alex, el de la barba enmarañada?
Un hombre viejo y terroso,
Que una vez persiguió a mi hermano
Agitando una escopeta oxidada.
Y tenía ojos hambrientos
Por el dinero y por la botella.
La semana pasada los oficiales del pueblo
Vinieron en sus camiones brillantes
Y tiraron abajo su establo,
Y el último caballo fue vendido,
Y él no estaba.
Bueno, tal vez esté en el loquero,
O tal vez este durmiendo la mona
En las afueras del pueblo,
Tirado sobre una cama de heno,
Soñando con cuero y con caballos.
Y tal vez, con suerte, este muerto.
*una de las traducciones que hicimos con Martín Armada, habrá otras.
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viernes, septiembre 17
Papá era un rodeo/Magnetic Fields*
Me gusta tu forma retorcida de ver las cosas, Mike
Me gustan tus cejas inquisidoras también
Y como dejaste bien en claro lo que te gusta
Me parece justo decirtelo ahora:
Me voy temprano a la mañana
Y no voy a volver hasta el año que viene
Veo ese beso- yo frunciendo la cara así
A lo mejor deberías taparme la boca con una cerveza, porque
Papá era un rodeo – mamá era una banda de rock
Y yo ya podía tocar la guitarra y enlazar una vaca antes de aprender a pararme
Cualquier lugar donde había una estación de servicio era casa – el amor era la mano de un camionero
Nunca nos quedábamos lo suficiente ni para tener historias de una noche
Antes de besarme deberías saber
Papá era un rodeo
La luz que se refleja en la bola espejada
Parece un millón de ojos que giran
Me hacen pensar que no debería estar acá
Sabés? cada minuto alguien muere
Qué estamos haciendo en este bar oscuro?
Cómo podés vivir en un lugar así?
Por qué no entrás a mi auto
Y nos vamos de acá, y te doy ese beso, pero
Papá era un rodeo…
Y ya pasaron 55 años
Tuvimos el romance del siglo
Y después de todos estos años difíciles
Todavía me dan ganas de llorar cuando pienso en que lo que me dijiste
(Niño) Papá era un rodeo – mamá era una banda de rock
Y yo ya podía tocar la guitarra y enlazar una vaca antes de aprender a pararme
Cualquier lugar donde había una estación de servicio era casa – el amor era la mano de un camionero
Nunca nos quedábamos lo suficiente ni para tener historias de una noche
Antes de besarme deberías saber
Papá era un rodeo
Antes de besarme deberías saber – papá era un rodeo
Qué coincidencia, el tuyo también.
* a veces sueño con esta canción.
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miércoles, septiembre 15
domingo, septiembre 12
Cuando una mujer ama a un hombre / David Lehman*
Cuando dice margarita quiere decir daiquiri.
Cuando dice quijotesco quiere decir voluble.
Y cuando dice, “No pienso volver a hablarte,”
quiere decir “Vení, abrazame ahora
que estoy parada sin consuelo frente a la ventana.”
Se supone que él ya sabe eso.
Cuando un hombre ama a una mujer, él está en New York y ella en Virginia
o él escribe en Boston y ella lee en New York,
o ella tiene puesto un sweater y anteojos oscuros en Balboa Park y él
rastrilla hojas en Ithaca
o él maneja hacia East Hampton y ella está parada sin consuelo
frente a la ventana mirando la bahía
por donde está pasando una regata con muchas velas de colores
mientras él está atascado en el tráfico de una autopista en Long Island.
Cuando una mujer ama a un hombre es la una y diez de la mañana
ella está dormida él está mirando el resumen deportivo y comiendo pretzels
tomando limonada
y dos horas después se despierta y a los tumbos llega a la cama
donde ella sigue dormida y está tibia.
Cuando ella dice mañana quiere decir dentro de tres o cuatro semanas,
cuando ella dice “Ahora estamos hablando de mí,”
él se calla. Su mejor amiga llega y dice,
“¿Qué pasa, se murió alguien?”
Cuando una mujer ama a un hombre, salen
a nadar desnudos en un arroyo
un día espléndido de julio
con el sonido de las cascadas como una risa ahogada
del agua corriendo sobre el canto rodado,
y no hay nada extraño en el universo.
Las manzanas maduras se burlan de ellos
¿Qué otra cosa pueden hacer sino comer?
Cuando él dice “Estamos en una época de transición”
“Lo tuyo es muy original,” responde ella
seca como el martini que él está tomando.
Pelean todo el tiempo
Es divertido
¿Qué te debo?
Empecemos por una disculpa
Está bien, perdón, estúpido.
Un cartel se levanta diciendo “Risas.”
Es una película muda.
“Me cogieron sin un sólo beso” dice ella,
“Y si querés podés citarme en eso”
que suena fabuloso en un acento británico.
Un año se separaron siete veces y otras nueve amenazaron con hacerlo.
Cuando una mujer ama a un hombre, quiere que él la espere en el aeropuerto
de un país extranjero con un jeep.
Cuando un hombre ama a una mujer, está ahí. No se queja de que llegue dos horas tarde
y no haya nada en la heladera.
Cuando una mujer ama a un hombre quiere quedarse despierta.
Es como un chico llorando
cuando anochece porque no quiere que el día se termine.
Cuando un hombre ama a una mujer, la mira dormir, pensando:
como la medianoche a la luna, es el sueño al amado.
Miles de luciérnagas le guiñan el ojo.
Las ranas suenan como las cuerdas
de una orquesta cuando afina.
Las estrellas cuelgan como pendientes con la forma de uvas.
*una traducción que hicimos con Luciano Piazza
Cuando dice margarita quiere decir daiquiri.
Cuando dice quijotesco quiere decir voluble.
Y cuando dice, “No pienso volver a hablarte,”
quiere decir “Vení, abrazame ahora
que estoy parada sin consuelo frente a la ventana.”
Se supone que él ya sabe eso.
Cuando un hombre ama a una mujer, él está en New York y ella en Virginia
o él escribe en Boston y ella lee en New York,
o ella tiene puesto un sweater y anteojos oscuros en Balboa Park y él
rastrilla hojas en Ithaca
o él maneja hacia East Hampton y ella está parada sin consuelo
frente a la ventana mirando la bahía
por donde está pasando una regata con muchas velas de colores
mientras él está atascado en el tráfico de una autopista en Long Island.
Cuando una mujer ama a un hombre es la una y diez de la mañana
ella está dormida él está mirando el resumen deportivo y comiendo pretzels
tomando limonada
y dos horas después se despierta y a los tumbos llega a la cama
donde ella sigue dormida y está tibia.
Cuando ella dice mañana quiere decir dentro de tres o cuatro semanas,
cuando ella dice “Ahora estamos hablando de mí,”
él se calla. Su mejor amiga llega y dice,
“¿Qué pasa, se murió alguien?”
Cuando una mujer ama a un hombre, salen
a nadar desnudos en un arroyo
un día espléndido de julio
con el sonido de las cascadas como una risa ahogada
del agua corriendo sobre el canto rodado,
y no hay nada extraño en el universo.
Las manzanas maduras se burlan de ellos
¿Qué otra cosa pueden hacer sino comer?
Cuando él dice “Estamos en una época de transición”
“Lo tuyo es muy original,” responde ella
seca como el martini que él está tomando.
Pelean todo el tiempo
Es divertido
¿Qué te debo?
Empecemos por una disculpa
Está bien, perdón, estúpido.
Un cartel se levanta diciendo “Risas.”
Es una película muda.
“Me cogieron sin un sólo beso” dice ella,
“Y si querés podés citarme en eso”
que suena fabuloso en un acento británico.
Un año se separaron siete veces y otras nueve amenazaron con hacerlo.
Cuando una mujer ama a un hombre, quiere que él la espere en el aeropuerto
de un país extranjero con un jeep.
Cuando un hombre ama a una mujer, está ahí. No se queja de que llegue dos horas tarde
y no haya nada en la heladera.
Cuando una mujer ama a un hombre quiere quedarse despierta.
Es como un chico llorando
cuando anochece porque no quiere que el día se termine.
Cuando un hombre ama a una mujer, la mira dormir, pensando:
como la medianoche a la luna, es el sueño al amado.
Miles de luciérnagas le guiñan el ojo.
Las ranas suenan como las cuerdas
de una orquesta cuando afina.
Las estrellas cuelgan como pendientes con la forma de uvas.
*una traducción que hicimos con Luciano Piazza
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viernes, septiembre 10
Incluso porque/ Ralph Angel
Porque todo se cae a pedazos, y las partes se diseminan y
se reacomodan sin demasiada fanfarria ni aviso.
Porque no podés y no te acordás el paso que levantó
el polvo y dejó este planeta – renunciaste a incluso más ahora.
Porque el cuerpo mismo – el corazón
no está muerto pero más profundo, envuelto en cortinas, de un color diferente,
entre las rejas y las palomas, los techos y
las paredes –
porque todo lo que sabés es una pregunta de pan
o cerveza.
Porque incluso el amor
vuelve. La ciudad es toda luces
y sombras, bordes-recortados, más azul que el aire – no hay ayuda
en ninguna parte – ya no sabés cómo escuchar.
Y el amor dice, amor – medianoche tras medianoche,
mientras arde. Y el boulevard – abierto de lleno. Y todos los supermercados bien provistos pero vacíos, y la música atronadora de un taxi sin pasajeros.
Incluso la felicidad – la forma en que la furia volvió a ser calma de nuevo. Y la alegría, a pesar de que la alegría no está en el oído ni en el ojo. En esta caminata.
Las gaviotas se sostienen sobre el aire marino y las islas están brillando con fuego.
Incluso el amor, incluso porque.
Porque todo se cae a pedazos, y las partes se diseminan y
se reacomodan sin demasiada fanfarria ni aviso.
Porque no podés y no te acordás el paso que levantó
el polvo y dejó este planeta – renunciaste a incluso más ahora.
Porque el cuerpo mismo – el corazón
no está muerto pero más profundo, envuelto en cortinas, de un color diferente,
entre las rejas y las palomas, los techos y
las paredes –
porque todo lo que sabés es una pregunta de pan
o cerveza.
Porque incluso el amor
vuelve. La ciudad es toda luces
y sombras, bordes-recortados, más azul que el aire – no hay ayuda
en ninguna parte – ya no sabés cómo escuchar.
Y el amor dice, amor – medianoche tras medianoche,
mientras arde. Y el boulevard – abierto de lleno. Y todos los supermercados bien provistos pero vacíos, y la música atronadora de un taxi sin pasajeros.
Incluso la felicidad – la forma en que la furia volvió a ser calma de nuevo. Y la alegría, a pesar de que la alegría no está en el oído ni en el ojo. En esta caminata.
Las gaviotas se sostienen sobre el aire marino y las islas están brillando con fuego.
Incluso el amor, incluso porque.
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jueves, septiembre 9
El obsequio/David Lehman*
“Él le daba clases. Ella le daba sexo.”
–Katherine Hepburn en Fred Astaire y Ginger Roger
Él le dio dinero. Ella le dio una mamada.
Él le dio consejos sobre “crecimiento agresivo” de fondos mutuos. Ella le dio una rosa roja y una pequeña estatua de Eros.
Él le dio el Génesis 2 (21-23). Ella le dio el Génesis 1 (26-28).
Él le dio una estaca cuadrada. Ella le dio un agujero redondo.
Él le dio Long Beach una tarde de domingo en Septiembre. Ella le dio zinnias y el cosmos en la plenitud de Julio.
Él le dio una camisola y un broche. Ella le dio una manta y un respiro.
Él le dio Venecia, Florida. Ella le dio Roma, Nueva York.
Él le dio un falso sentimiento de seguridad. Ella le dio un verdadero sentimiento de incertidumbre.
Él le dio un dedo. Ella le dio para qué usarlo.
Él le dio un ojo negro. Ella le dio un divorcio.
Él le dio algo que ella nunca había tenido. Ella le dio algo que él había tenido y perdido después.
Él le dio el rencor de los niños. Ella le dio la prudencia de los adultos.
Él le dio Panic Hill. Ella le dio Mirror Lake.
Él le dio una antología de solos de tambor. Ella le dio el repiqueteo de las hojas en el viento.
*poema del libro WHEN A WOMAN LOVES A MAN
“Él le daba clases. Ella le daba sexo.”
–Katherine Hepburn en Fred Astaire y Ginger Roger
Él le dio dinero. Ella le dio una mamada.
Él le dio consejos sobre “crecimiento agresivo” de fondos mutuos. Ella le dio una rosa roja y una pequeña estatua de Eros.
Él le dio el Génesis 2 (21-23). Ella le dio el Génesis 1 (26-28).
Él le dio una estaca cuadrada. Ella le dio un agujero redondo.
Él le dio Long Beach una tarde de domingo en Septiembre. Ella le dio zinnias y el cosmos en la plenitud de Julio.
Él le dio una camisola y un broche. Ella le dio una manta y un respiro.
Él le dio Venecia, Florida. Ella le dio Roma, Nueva York.
Él le dio un falso sentimiento de seguridad. Ella le dio un verdadero sentimiento de incertidumbre.
Él le dio un dedo. Ella le dio para qué usarlo.
Él le dio un ojo negro. Ella le dio un divorcio.
Él le dio algo que ella nunca había tenido. Ella le dio algo que él había tenido y perdido después.
Él le dio el rencor de los niños. Ella le dio la prudencia de los adultos.
Él le dio Panic Hill. Ella le dio Mirror Lake.
Él le dio una antología de solos de tambor. Ella le dio el repiqueteo de las hojas en el viento.
*poema del libro WHEN A WOMAN LOVES A MAN
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miércoles, septiembre 8
Esta persona/Miranda July*
Alguien se está excitando. Alguien en alguna parte está temblando de excitación porque algo tremendo está a punto de ocurrirle a esta persona. Esta persona está vestida para la ocasión. Esta persona ha esperado y soñado y, ahora, lo que esperaba está sucediendo de verdad y esta persona apenas puede creerlo. Pero creer no es el punto aquí, el tiempo de la fe y la fantasía terminó, esto está sucediendo de verdad, en serio. Involucra dar un paso al frente y hacer una reverencia. Posiblemente hay un momento en el que hay que ponerse de rodillas como cuando se recibe un título de nobleza. Uno casi nunca recibe un título así. Pero esta persona posiblemente se arrodille y reciba un golpecito de espada en el hombro. O, es más posible, esta persona estará en un auto o en un negocio o en un toldo de vinilo cuando suceda. O online, o en el teléfono. Podría ser la respuesta de un e-mail: tu título de caballería. O un largo mensaje de voz en el contestador, un mensaje gracioso que se va por las ramas en el cual todas las personas que esta persona ha conocido están hablando por el speaker y están diciendo, Pasaste la prueba, era solo una prueba, es una broma, la vida real es mucho mejor que eso. La persona está riendo fuerte con alivio y rebobina el mensaje para escuchar la dirección del lugar donde todas las personas que esta persona ha conocido están esperando para abrazar a esta persona e incorporarla en los dobleces de la vida. Es muy excitante y no es un sueño, es real.
Están todos esperando alrededor de una mesa de picnic en un parque frente al cual esta persona ha pasado manejando muchas veces. Ahí están, no falta nadie. Hay globos encintados a los bancos, y la chica al lado de la cual esta persona solía esperar en la parada del colectivo está sacudiendo un banderín. Todos están sonriendo. Por un momento, esta persona está casi asustada por la escena pero sería tan típico de esta persona deprimirse en el día más feliz de todos, que esta persona se esfuerza y se une a la multitud.
Los maestros de las materias en las que esta persona no era muy buena la besan y renuncian a las materias que enseñaban. Las maestras de matemáticas dicen que las matemáticas eran una forma graciosa de decir “Te quiero”. Pero ahora en cambio lo están diciendo, Te quiero, y los maestros de química y los de educación física también lo están diciendo y está persona se da cuenta que lo dicen en serio. Es asombroso. Algunos imbéciles, idiotas y pendejos aparecen de tanto en tanto pero es como si hubieran sido sometidos a cirugía plástica, sus caras están desfiguradas de amor. Los pendejos buenos mozos son simples y amables, y los idiotas feos son dulces y están doblando el sweater de esta persona y poniéndolo en un lugar donde no se ensucie. Lo mejor de todo es que cada persona que esta persona amó está ahí. Incluso aquellos que la dejaron. Toman a esta persona de la mano y le dicen cuan difícil fue fingir que estaban enojados y subirse al auto y manejar lejos y no volver nunca más. Esta persona casi no lo puede creer, todo parece tan real, el corazón de esta persona estuvo roto y se ha curado y ahora esta persona no sabe qué pensar. Esta persona está al borde de la locura. Pero todos la consuelan. Todos le explican que es absolutamente necesario saber cuán fuerte era esta persona. Oh, mira, ahí está el doctor que recetó el medicamento que dejó a esta persona temporalmente ciega. Y el hombre que, en tres oportunidades distintas, le pagó a esta persona todos mil dólares para que se acostara con él cuando esta persona estaba muy fundida. Estos dos hombres están en tratamiento y parecen conocerse entre ellos. Ambos tienen pequeñas medallas prendidas con la cara de esta persona; son insignias de gran valor y fortaleza. Las insignias brillan en la luz solar y todos ovacionan.
De pronto, esta persona siente la necesidad de chequear su casilla de correo postal. Es un viejo hábito, e incluso cuando de ahora en más todo va a ser increíble, esta persona todavía quiere su correspondencia. Esta persona dice que volverá enseguida y todas las personas que esta persona ha conocido dicen, Está bien, tómate tu tiempo. Esta persona busca su auto y maneja hasta la oficina de correo y abre su casilla y no hay nada. Incluso cuando es martes, que es un día famoso por ser un buen día para la correspondencia. Esta persona está decepcionada, esta persona se mete de vuelta en el auto y habiéndose olvidado completamente del picnic, maneja a casa y chequea el buzón de voz del teléfono y no hay mensajes nuevos, solo el viejo mensaje acerca de “pasar el examen” y “la mejor vida”. No hay e-mails tampoco, probablemente porque todos están en el picnic. Esta persona se da cuenta de que quedarse en casa quiere decir que no le interesan todas las personas que conoció en su vida. Pero el deseo de quedarse es más fuerte. Esta persona quiere darse un baño y después leer en la cama.
En la bañadera, esta persona juega con las burbujas y escucha el sonido de millones de ellas explotar al mismo tiempo. Es casi como si hicieran un solo sonido suave en vez de muchos sonidos pequeñitos. Los pechos de esta persona apenas se asoman afuera del agua. Esta persona empuja las burbujas sobre sus pechos y hace formas raras con la espuma. A esta altura, todos deben haberse dado cuenta de que esta persona no va a volver al picnic. Todos estaban equivocados, esta persona no es quién ellos pensaban que era. Esta persona se sumerge debajo del agua y mueve su pelo como una anémona de mar. Esta persona puede quedarse debajo del agua por un tiempo sorprendentemente largo. Pero sólo en la bañera. Esta persona se pregunta si alguna vez habrá una competencia Olímpica de sostener la respiración bajo el agua de la bañera. Si existiera semejante concurso, esta persona seguramente lo ganaría. Una medalla Olímpica, podría redimir a esta persona ante los ojos de todas las personas que esta persona conoció. Pero tal competencia no existe, así que no habrá redención. Esta persona lamenta haber arruinado su única oportunidad de ser amada por todos; mientras esta persona se mete en la cama, el peso de la tragedia parece instalarse en el pecho de esta persona. Y es un peso confortable, casi humano en su consistencia. Esta persona suspira. Los ojos de esta persona empiezan a cerrarse, esta persona duerme.
*Del libro de cuentos NO ONE BELONGS HERE MORE THAN YOU
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martes, septiembre 7
Tornado/Dorothea Lasky
Me acuerdo que él estaba doblado
como un remolino de agua
yo le gritaba
él me miraba asustado y hacia atrás
otra vez, me froté los ojos para ver
y él dijo que me veía fea
la parte graciosa fue cuando
mi hermana me preguntó a dónde había ido
y yo no supe
desapareció un día de la nada
yo estaba podrida y rancia
cada día, pudriéndome, pero soy agua, también
soy una ninfa de agua tibia y húmeda
como una bestia blanda
vi a un hombre jorobado caminar
y pensé que era él
“Padre!” le grité al hombre
que era jorobado e iba a alguna parte
se dio vuelta pero su cara era verde
la vida es negra, pero no quiero morir
no quiero morir, no quiero morir
maldición, no me dispares mientras duermo
dejá que me pudra en este mundo por siempre
voy a ser todo lo que Dios no puede ver
como una zanahoria
Oh, qué significa eso
Dios puede ver todo
quiero decir los ángeles, los semidioses
quiero decir las flores, que nunca puedan ver que vivo para siempre
que nunca puedan ver
que soy toda raíces acá en la tierra
Me acuerdo que él estaba doblado
como un remolino de agua
yo le gritaba
él me miraba asustado y hacia atrás
otra vez, me froté los ojos para ver
y él dijo que me veía fea
la parte graciosa fue cuando
mi hermana me preguntó a dónde había ido
y yo no supe
desapareció un día de la nada
yo estaba podrida y rancia
cada día, pudriéndome, pero soy agua, también
soy una ninfa de agua tibia y húmeda
como una bestia blanda
vi a un hombre jorobado caminar
y pensé que era él
“Padre!” le grité al hombre
que era jorobado e iba a alguna parte
se dio vuelta pero su cara era verde
la vida es negra, pero no quiero morir
no quiero morir, no quiero morir
maldición, no me dispares mientras duermo
dejá que me pudra en este mundo por siempre
voy a ser todo lo que Dios no puede ver
como una zanahoria
Oh, qué significa eso
Dios puede ver todo
quiero decir los ángeles, los semidioses
quiero decir las flores, que nunca puedan ver que vivo para siempre
que nunca puedan ver
que soy toda raíces acá en la tierra
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lunes, septiembre 6
Canción de cuna/Louise Gluck
Mi madre es experta en una cosa:
mandar a la gente que ama dentro del otro mundo.
Los pequeños, los bebés-- a ellos
los acuna, susurrando o cantándoles suave. No sé
qué es lo que hizo con mi padre;
pero lo que haya sido, estoy segura, era lo correcto.
Es lo mismo, la verdad, preparar a alguien
para ir a la cama, para ir a la muerte. Las canciones de cuna-- todas dicen
no tengas miedo, así parafrasean
el latido del corazón de la madre.
Así sus vidas lentamente se calman; son sólo
los moribundo los que no pueden, los que se niegan.
Los moribundos son como cimas, como giroscopios--
giran tan rápido que parecen estar quietos.
Después se separan y vuelan: en los brazos de mi madre,
mi hermana era una nube de átomos, de partículas-- esa es la diferencia.
Cuando un niño está dormido, la calma es absoluta.
Mi madre ha visto la muerte; no habla sobre la integridad del alma.
Ella sostuvo a un infante, a un hombre viejo, por comparación la oscuridad creció
sólida en torno, al final cambiando por tierra.
El alma es como toda cuestión:
¿por qué debería permanecer intacta, mantenerse fiel a una única forma
cuando puede ser libre?
Mi madre es experta en una cosa:
mandar a la gente que ama dentro del otro mundo.
Los pequeños, los bebés-- a ellos
los acuna, susurrando o cantándoles suave. No sé
qué es lo que hizo con mi padre;
pero lo que haya sido, estoy segura, era lo correcto.
Es lo mismo, la verdad, preparar a alguien
para ir a la cama, para ir a la muerte. Las canciones de cuna-- todas dicen
no tengas miedo, así parafrasean
el latido del corazón de la madre.
Así sus vidas lentamente se calman; son sólo
los moribundo los que no pueden, los que se niegan.
Los moribundos son como cimas, como giroscopios--
giran tan rápido que parecen estar quietos.
Después se separan y vuelan: en los brazos de mi madre,
mi hermana era una nube de átomos, de partículas-- esa es la diferencia.
Cuando un niño está dormido, la calma es absoluta.
Mi madre ha visto la muerte; no habla sobre la integridad del alma.
Ella sostuvo a un infante, a un hombre viejo, por comparación la oscuridad creció
sólida en torno, al final cambiando por tierra.
El alma es como toda cuestión:
¿por qué debería permanecer intacta, mantenerse fiel a una única forma
cuando puede ser libre?
martes, mayo 4
nota escrita por manuel barrios el MARTES 4 DE MAYO DE 2010 para la diaria, montevideo
ADICTOS A LA ILUMINACIÓN
El espejo letrado
“Una literatura sin atributos” fue como nombró Juan José Saer, por mil novecientos ochenta, a la relación estética que el autor pactaba con la sociedad estimulado por las expectativas del público europeo. La exquisitez y anomalía de la literatura producida en Latinoamérica (presupuesta entre tema, estilo y forma), le recordaba a los frutos tropicales y materias primas que la metrópoli sustrajo de estos territorios para contentar a sus ciudadanos locales. Lo que no podía producir el clima europeo constituía el deseo de sus paladares, necesitados de frescura, inocencia y verdad. Posteriormente concluye: “todo escritor debe fundar su propia estética –los dogmas y las determinaciones previas debe ser excluidas de su visión del mundo.” La planificación estilística se aleja de los riesgos formales en la medida en que su ideología reivindica, aporta al discurso de un colectivo que encuentra en esa relación una alianza de poder con el mercado.
El debate civilización/barbarie, harto debatido por nuestra crítica, ha tenido en la literatura gauchesca una ideología que se encargó de generar su expresión genérica. Algo similar ocurre con la escritura producida por mujeres y el debate de género. Cuando el discurso poético asume una militancia de género el cuerpo se mercantiliza, la generación simbólica se extrae de sí. El autor habla sobre sí mismo esgrimiendo el testimonio de su alteridad.
Rural/urbano, civilización/barbarie, letrado/salvaje son los términos que anteceden a la crítica. Es lo dado, la estructura sobre la cual colocamos la máscara de la representación.
En 1967, Osvaldo Lamborghini escribió El Fiord, relato cuya escritura se aleja de la alegoría y la significación convencional, relato que ha sido leído usualmente como alegoría. En 1971, Marosa Di Giorgio publicó “La guerra de los huertos”, texto donde la batalla sobrepasa las divisas, excede la división, el entorno mismo convulsiona, los animales no refieren a una identificación instrumental sino que son ejes significativos, parte integrales de la guerra. En ambas obras lo rural es desprovisto de su expresión dual. La estructura se construye a partir de los comportamientos. Más que el comportamiento animal de los ciudadanos, o el comportamiento civilizado de los animales (otro binomio), ambas obras coinciden en que lo salvaje y lo letrado tienden hacia una integración en el infinito espacio. Salvaje y letrado conforman una misma máquina.
El Recreo
El Recreo, primer libro de Valeria Meiller, se inserta en la tradición viva de una nueva poesía en formación donde la literatura revisa diferentes agendas glocales. Existe una relectura fluvial del Paraná de Juan L. Ortiz y también del desposeimiento, lo que Saer figuró como una suplantación, un abuso que ejerce el lenguaje sobre la poesía, que es una materia primera. El lenguaje discrimina, la poesía recoge una tipo de espacio, una cierta naturaleza en estado crudo, como el cuerpo recibiendo su fin en el Hospital Británico de Hector Viel Temperley.
Al igual que Marosa y Lamborghini, Meiller instala máquinas deseantes que son entidades de sentido copulativas al interior de la poética. “Es un niño que no tiene padre./ Madre en el apuro, natural lo levanta entre las manos,/ lo pone cerca del pecho atado a un trapo./ No le importa que la gente diga, en el campo,/ que el misterio/ de su nacimiento es una deshonra. Atada/ al cordón nuevo, de la vida lo único/ que carga además de un cuerpo pequeño/ es una corona en la frente, como de flores.”
La poesía de Valeria Meiller relee el ahora y su serie con una visión que se escapa de lo inmediato en términos de juicio y remite a lo cotidiano con la extrañeza de su continua génesis. Los objetos se piensan en su relación instintiva, como si ellos guiaran el dominio de una voluntad. Lo familiar aterra por la máquina deseante que ejerce un feedback entre las manos y lo que ellas tocan, su necesaria implicación. Esta máquina deseante parece encontrar en el contexto rural su primer funcionamiento: “En el tambo todo se acumula,/ de las ubres a la manteca se hace/ de leche también la primera muela.”
Señala la autora: “Mientras escribía El Recreo, por ejemplo, revisité autores del siglo XIX, e incluso documentos legales muy viejos, de cuando empezaron a repartirse las tierras de la provincia de Buenos Aires después de la Campaña. Y el diálogo con esos materiales me pareció de lo más vivo, para nada arcaizante ni anacrónico.”
El Recreo es un territorio donde las intensidades dibujan trayectorias de base. El acto de creación antes desdice, borra, desanda. El acto de escribir manifiesta una intención transparente y la historia acumula su poder en la falta de expresividad emotiva. “Padre”, “Madre”, “Hijo”, no permiten una aproximación afectuosa, el libro no representa un simulacro de la vida, el libro es la no-vida, una actividad de la cavilación donde volvemos a aprender las categorías de la lengua. “No hay luz mala, hay luz…”
Según Meiller los poemas “iban apareciendo, tomaban su propia forma, y aquí y allá empezaban a aparecer personajes que reclamaban su autonomía e imponían su voz. Para que eso funcionara, el único verdadero requisito era volverse permeable a ellos y fui descubriendo que no si no intentaba forzar el poema hacia una idea, aparecían las imágenes.” Una vez trascendida la autoridad filial y la legitimidad de las instituciones las relaciones son liberadas del orden contractual. El pacto social se transforma en un arreglo, una vinculación de pactos menores donde la voluntad se reconoce como una fuerza supraindividual y genérica.
El binomio sujeto-trabajo se ilustra mediante un habla particular, constituyente y emancipada, donde las instituciones democráticas adquieren carácter agrario: “El primero de un sin límite transparente,/ [expansivo/ se prende de la rama, reza:/ por el retoño del hermano, una punta en blanco/el blanco de la procreación desbocada./ Voy a seguir naciendo de todos mis hijos/.En el estado natural, la religión es el hijo./ El parto en mil, diseminado/”
Estas máquinas deseantes se agencian en cuerpos de mujeres y hombres, como una posesión espiritual trasmitida por contagio entre los comportamientos animales-humanos, humanos-animales, de manera horizontal y prolífica. La poesía de Valeria Meiller, infectada al igual que la de Marosa di Giorgio, parecen escribir sobre un límite entre la familiaridad y la repoblación. Un límite entre la tierra y la propiedad privada.
Manuel Barrios
El libro salió simultáneamente en argentina y Uruguay. En Uruguay puede encontrarse en las librerías que distribuyen los libros de la editorial Cartonera La Propia (Pocitos Libros, La conjura, La lupa). También puede pedirse por Internet a la editorial argentina El fin de la noche, en su página: http://elfindelanoche.com.ar
publicado originalmente en La Diaria
ADICTOS A LA ILUMINACIÓN
El espejo letrado
“Una literatura sin atributos” fue como nombró Juan José Saer, por mil novecientos ochenta, a la relación estética que el autor pactaba con la sociedad estimulado por las expectativas del público europeo. La exquisitez y anomalía de la literatura producida en Latinoamérica (presupuesta entre tema, estilo y forma), le recordaba a los frutos tropicales y materias primas que la metrópoli sustrajo de estos territorios para contentar a sus ciudadanos locales. Lo que no podía producir el clima europeo constituía el deseo de sus paladares, necesitados de frescura, inocencia y verdad. Posteriormente concluye: “todo escritor debe fundar su propia estética –los dogmas y las determinaciones previas debe ser excluidas de su visión del mundo.” La planificación estilística se aleja de los riesgos formales en la medida en que su ideología reivindica, aporta al discurso de un colectivo que encuentra en esa relación una alianza de poder con el mercado.
El debate civilización/barbarie, harto debatido por nuestra crítica, ha tenido en la literatura gauchesca una ideología que se encargó de generar su expresión genérica. Algo similar ocurre con la escritura producida por mujeres y el debate de género. Cuando el discurso poético asume una militancia de género el cuerpo se mercantiliza, la generación simbólica se extrae de sí. El autor habla sobre sí mismo esgrimiendo el testimonio de su alteridad.
Rural/urbano, civilización/barbarie, letrado/salvaje son los términos que anteceden a la crítica. Es lo dado, la estructura sobre la cual colocamos la máscara de la representación.
En 1967, Osvaldo Lamborghini escribió El Fiord, relato cuya escritura se aleja de la alegoría y la significación convencional, relato que ha sido leído usualmente como alegoría. En 1971, Marosa Di Giorgio publicó “La guerra de los huertos”, texto donde la batalla sobrepasa las divisas, excede la división, el entorno mismo convulsiona, los animales no refieren a una identificación instrumental sino que son ejes significativos, parte integrales de la guerra. En ambas obras lo rural es desprovisto de su expresión dual. La estructura se construye a partir de los comportamientos. Más que el comportamiento animal de los ciudadanos, o el comportamiento civilizado de los animales (otro binomio), ambas obras coinciden en que lo salvaje y lo letrado tienden hacia una integración en el infinito espacio. Salvaje y letrado conforman una misma máquina.
El Recreo
El Recreo, primer libro de Valeria Meiller, se inserta en la tradición viva de una nueva poesía en formación donde la literatura revisa diferentes agendas glocales. Existe una relectura fluvial del Paraná de Juan L. Ortiz y también del desposeimiento, lo que Saer figuró como una suplantación, un abuso que ejerce el lenguaje sobre la poesía, que es una materia primera. El lenguaje discrimina, la poesía recoge una tipo de espacio, una cierta naturaleza en estado crudo, como el cuerpo recibiendo su fin en el Hospital Británico de Hector Viel Temperley.
Al igual que Marosa y Lamborghini, Meiller instala máquinas deseantes que son entidades de sentido copulativas al interior de la poética. “Es un niño que no tiene padre./ Madre en el apuro, natural lo levanta entre las manos,/ lo pone cerca del pecho atado a un trapo./ No le importa que la gente diga, en el campo,/ que el misterio/ de su nacimiento es una deshonra. Atada/ al cordón nuevo, de la vida lo único/ que carga además de un cuerpo pequeño/ es una corona en la frente, como de flores.”
La poesía de Valeria Meiller relee el ahora y su serie con una visión que se escapa de lo inmediato en términos de juicio y remite a lo cotidiano con la extrañeza de su continua génesis. Los objetos se piensan en su relación instintiva, como si ellos guiaran el dominio de una voluntad. Lo familiar aterra por la máquina deseante que ejerce un feedback entre las manos y lo que ellas tocan, su necesaria implicación. Esta máquina deseante parece encontrar en el contexto rural su primer funcionamiento: “En el tambo todo se acumula,/ de las ubres a la manteca se hace/ de leche también la primera muela.”
Señala la autora: “Mientras escribía El Recreo, por ejemplo, revisité autores del siglo XIX, e incluso documentos legales muy viejos, de cuando empezaron a repartirse las tierras de la provincia de Buenos Aires después de la Campaña. Y el diálogo con esos materiales me pareció de lo más vivo, para nada arcaizante ni anacrónico.”
El Recreo es un territorio donde las intensidades dibujan trayectorias de base. El acto de creación antes desdice, borra, desanda. El acto de escribir manifiesta una intención transparente y la historia acumula su poder en la falta de expresividad emotiva. “Padre”, “Madre”, “Hijo”, no permiten una aproximación afectuosa, el libro no representa un simulacro de la vida, el libro es la no-vida, una actividad de la cavilación donde volvemos a aprender las categorías de la lengua. “No hay luz mala, hay luz…”
Según Meiller los poemas “iban apareciendo, tomaban su propia forma, y aquí y allá empezaban a aparecer personajes que reclamaban su autonomía e imponían su voz. Para que eso funcionara, el único verdadero requisito era volverse permeable a ellos y fui descubriendo que no si no intentaba forzar el poema hacia una idea, aparecían las imágenes.” Una vez trascendida la autoridad filial y la legitimidad de las instituciones las relaciones son liberadas del orden contractual. El pacto social se transforma en un arreglo, una vinculación de pactos menores donde la voluntad se reconoce como una fuerza supraindividual y genérica.
El binomio sujeto-trabajo se ilustra mediante un habla particular, constituyente y emancipada, donde las instituciones democráticas adquieren carácter agrario: “El primero de un sin límite transparente,/ [expansivo/ se prende de la rama, reza:/ por el retoño del hermano, una punta en blanco/el blanco de la procreación desbocada./ Voy a seguir naciendo de todos mis hijos/.En el estado natural, la religión es el hijo./ El parto en mil, diseminado/”
Estas máquinas deseantes se agencian en cuerpos de mujeres y hombres, como una posesión espiritual trasmitida por contagio entre los comportamientos animales-humanos, humanos-animales, de manera horizontal y prolífica. La poesía de Valeria Meiller, infectada al igual que la de Marosa di Giorgio, parecen escribir sobre un límite entre la familiaridad y la repoblación. Un límite entre la tierra y la propiedad privada.
Manuel Barrios
El libro salió simultáneamente en argentina y Uruguay. En Uruguay puede encontrarse en las librerías que distribuyen los libros de la editorial Cartonera La Propia (Pocitos Libros, La conjura, La lupa). También puede pedirse por Internet a la editorial argentina El fin de la noche, en su página: http://elfindelanoche.com.ar
publicado originalmente en La Diaria
lunes, mayo 3
miércoles, abril 28
Nadia
Es viernes, de una esquina de la sala llegan las voces de dos chicos. Mencionan un nombre que no llego a oír bien: nada más lindo que dos chicos hablando de una chica linda, una chica que les gusta. Cuentan que bailaba sobre el oleaje del miércoles a la noche sin furia y se quebraba en los compases correctos de la música pero por intervalos, por eso había magia. Era como un pulmón solar por el que amanecía, de su remera llena de tajos en la espalda salía la luz. Era...
una chica con un nombre nórdico,
una chica muy rubia,
una chica con el pelo corto,
una chica que trabaja de moza.
Mañana voy a pasar por Kim y Novak, es que la quiero conocer.
Es viernes, de una esquina de la sala llegan las voces de dos chicos. Mencionan un nombre que no llego a oír bien: nada más lindo que dos chicos hablando de una chica linda, una chica que les gusta. Cuentan que bailaba sobre el oleaje del miércoles a la noche sin furia y se quebraba en los compases correctos de la música pero por intervalos, por eso había magia. Era como un pulmón solar por el que amanecía, de su remera llena de tajos en la espalda salía la luz. Era...
una chica con un nombre nórdico,
una chica muy rubia,
una chica con el pelo corto,
una chica que trabaja de moza.
Mañana voy a pasar por Kim y Novak, es que la quiero conocer.
jueves, abril 15
Tilos
Era el mes de las hojas:
cada diciembre una tila blanca, el olor en las ventanas-
y se acodaban para ver:
una hoja del sueño y en el sueño: una mujer
los hijos de los árboles en un brazo debajo
como un ala.
En el país donde crecían
la tierra estaba húmeda, la lluvia
se contaba en la lengua, en la palma de la mano.
Flores blancas, principios blancos también:
cuarenta y nueve años al pie de una raíz
que tenía en el fondo las escamas.
Del otro lado estaba el agua- la dársena donde corrían los hombres.
Llegaron en los barcos,
pusieron un pie blanco en la tierra y después:
todo era largas extensiones, largas horas con cartas a caballo-
Querido: te escribo con la última luz, cuando esta carta llegue…
Esperaban.
Las horas levaban como la harina blanca
y se hacían pan.
Los años por venir
se celebraban en el trigo, se ponían de noche
al borde de la cama para rezar.
Querido: cuando esta carta llegue será
primavera en la historia de los árboles, tendremos
palo a pique las piernas
formando el corral de la familia:
una piedra de clemencia para el tiempo,
las batallas blancas de la leche,
la corteza roída por amor a la tierra.
Ella dijo.
El árbol del aroma es el árbol del sueño.
Del suelo subía un perfume ligero
y se miró los pies:
un árbol le brotaba en el arco con una flor blanca
–en el sueño del tilo a ella
le crecían hojas en la axila y la flor en la planta,
caminaba sobre un colchón de flores–.
Una melodía simple
de voz y de piano llegó
con un viento del norte en una lengua extraña
y decía.
… en la frente del viento el tilo
cae sobre su propio pie: el corazón del árbol es un órgano
que no se parte sin el hacha. El corazón del hombre
es un bisel del mundo, una raíz.
El dijo.
El origen en la vereda del campo es fértil: un niño planta,
otro rama pelada y flor
de desnudez todavía. Las hojas que hagan la sombra
van a venir después. En el comienzo:
mundo sencillo de dos partes
árboles perennes los que no pierden las hojas
arboles caducos los que sí.
¿Y los niños?
Suaves:
un pulgar roído de pasarse la lengua.
Ella pensó y no dijo que los niños
de los árboles no tienen, no podrían tener,
raíces
y le salía una hoja
verde oscuro en la cavidad del brazo.
Ahora abría que armar una nueva
taxonomía para los niños:
seguir la curvatura del tronco, del pie, de los niños hirviendo el té
en el agua de su propio cuerpo.
Todavía quedaba por decir:
para los niños colgados de los árboles
hay un borde aserrado con un jardín de huérfanos y la intuición
para beber la rama de los dedos .
¿Dormirán, duermen, los niños de los tilos?
Es el tiempo de la caída de las hojas y todavía falta
el fin de enero, febrero completo y el principio de marzo.
Hace cinco veranos que no llueve.
Era el mes de las hojas:
cada diciembre una tila blanca, el olor en las ventanas-
y se acodaban para ver:
una hoja del sueño y en el sueño: una mujer
los hijos de los árboles en un brazo debajo
como un ala.
En el país donde crecían
la tierra estaba húmeda, la lluvia
se contaba en la lengua, en la palma de la mano.
Flores blancas, principios blancos también:
cuarenta y nueve años al pie de una raíz
que tenía en el fondo las escamas.
Del otro lado estaba el agua- la dársena donde corrían los hombres.
Llegaron en los barcos,
pusieron un pie blanco en la tierra y después:
todo era largas extensiones, largas horas con cartas a caballo-
Querido: te escribo con la última luz, cuando esta carta llegue…
Esperaban.
Las horas levaban como la harina blanca
y se hacían pan.
Los años por venir
se celebraban en el trigo, se ponían de noche
al borde de la cama para rezar.
Querido: cuando esta carta llegue será
primavera en la historia de los árboles, tendremos
palo a pique las piernas
formando el corral de la familia:
una piedra de clemencia para el tiempo,
las batallas blancas de la leche,
la corteza roída por amor a la tierra.
Ella dijo.
El árbol del aroma es el árbol del sueño.
Del suelo subía un perfume ligero
y se miró los pies:
un árbol le brotaba en el arco con una flor blanca
–en el sueño del tilo a ella
le crecían hojas en la axila y la flor en la planta,
caminaba sobre un colchón de flores–.
Una melodía simple
de voz y de piano llegó
con un viento del norte en una lengua extraña
y decía.
… en la frente del viento el tilo
cae sobre su propio pie: el corazón del árbol es un órgano
que no se parte sin el hacha. El corazón del hombre
es un bisel del mundo, una raíz.
El dijo.
El origen en la vereda del campo es fértil: un niño planta,
otro rama pelada y flor
de desnudez todavía. Las hojas que hagan la sombra
van a venir después. En el comienzo:
mundo sencillo de dos partes
árboles perennes los que no pierden las hojas
arboles caducos los que sí.
¿Y los niños?
Suaves:
un pulgar roído de pasarse la lengua.
Ella pensó y no dijo que los niños
de los árboles no tienen, no podrían tener,
raíces
y le salía una hoja
verde oscuro en la cavidad del brazo.
Ahora abría que armar una nueva
taxonomía para los niños:
seguir la curvatura del tronco, del pie, de los niños hirviendo el té
en el agua de su propio cuerpo.
Todavía quedaba por decir:
para los niños colgados de los árboles
hay un borde aserrado con un jardín de huérfanos y la intuición
para beber la rama de los dedos .
¿Dormirán, duermen, los niños de los tilos?
Es el tiempo de la caída de las hojas y todavía falta
el fin de enero, febrero completo y el principio de marzo.
Hace cinco veranos que no llueve.
miércoles, abril 14
si el cielo está cerrado, como esta noche
En esta casa la lluvia se escucha muy fuerte, es como vivir en una caja de resonancia. O en un poema, ¿porqué no? Pero uno de los tiempos por venir: cuando éramos una familia numerosa alrededor del fuego y no teníamos miedo. Alguien llegaba descalzo, en medias gruesas de invierno con talón, y se sentaba en un arco móvil de la luz para leernos en voz alta ¿En que lugar existe el pasado que nos imaginamos? Busco entre los libros de la mesa de noche, en las imágenes de las películas que vi y me gustaron mucho, en las frases sueltas de la gente que, como yo, a veces habla sola en la calle pero en realidad está hablando con alguien.
Cuando nos enamoramos ese pasado del que hablo se vuelve más nítido, y cuando nos separamos también pero con nostalgia. Al final, estamos todo el tiempo construyendo ese relato difícil ¿quienes somos? ¿de dónde venimos? En esta casa, algunos días apenas vive una sombra, no soy yo, no es mi madre. Por momentos puede ser un primo lejano que vimos en alguna reunión familiar cuando éramos chicos y quisimos mucho porque guardaba una semejanza misteriosa.
Es tarde y dormir poco a veces nos asusta. Un blanco fijo, blanco como el azúcar a través del vidrio. Ahora, cuando por el cansancio no recordamos demasiadas palabras, las ideas son más simples y más peligrosas: amó, fue, vino, esperó.
En esta casa la lluvia se escucha muy fuerte, es como vivir en una caja de resonancia. O en un poema, ¿porqué no? Pero uno de los tiempos por venir: cuando éramos una familia numerosa alrededor del fuego y no teníamos miedo. Alguien llegaba descalzo, en medias gruesas de invierno con talón, y se sentaba en un arco móvil de la luz para leernos en voz alta ¿En que lugar existe el pasado que nos imaginamos? Busco entre los libros de la mesa de noche, en las imágenes de las películas que vi y me gustaron mucho, en las frases sueltas de la gente que, como yo, a veces habla sola en la calle pero en realidad está hablando con alguien.
Cuando nos enamoramos ese pasado del que hablo se vuelve más nítido, y cuando nos separamos también pero con nostalgia. Al final, estamos todo el tiempo construyendo ese relato difícil ¿quienes somos? ¿de dónde venimos? En esta casa, algunos días apenas vive una sombra, no soy yo, no es mi madre. Por momentos puede ser un primo lejano que vimos en alguna reunión familiar cuando éramos chicos y quisimos mucho porque guardaba una semejanza misteriosa.
Es tarde y dormir poco a veces nos asusta. Un blanco fijo, blanco como el azúcar a través del vidrio. Ahora, cuando por el cansancio no recordamos demasiadas palabras, las ideas son más simples y más peligrosas: amó, fue, vino, esperó.
viernes, abril 9
witt /patti smith*
i
donde había ángeles no vi ninguno. nada, siquiera espacio. el aire leche helada. helado palito de banana. papel blanco. el tiempo estirándose como una mano que cubre. hay que vencer al tiempo. tengo un deseo, la gran despedida. viajar. ir de fiesta. safari. lugares alejados. dialectos, junglas, pagodas. amado nido desértico.
ii
mirá esta tierra en la que estamos. almas perdidas. luna pálida sobre el carnaval. desierto. no hay luz nocturna en esta isla. la noche cae como el último telón. qué shakespeareano. carnaval de idiotas. de los seducidos y los desacreditados. de los que fueron engañados. de los de piel etiope. que duermen todo el tiempo mientras la cosa pasa. el leopardo rueda por encima. total pero se sonroja ante el descubrimiento de su saco con pintas.
iii
pasá la semilla de mostaza. deslizá una debajo de la lengua. embalada en cristal. envuelta en las hojas de una biblia. partí la mía en dos. meté una debajo de mi uña. owww qué tortura. al menos voy a recordarlo. caminando en la arena. extraño. cloroformo…
iv
estoy practicando cortesía con ángeles. en lugar de ser indiferentes baten sus plumas. rápido movimiento de alas. vena-o-palidez de pavo real. más increíbles que los celebrados ventiladores chinos. ventiladores que dejan pelados y secos a los pájaros blancos. ellos baten baten. me dejan sin aliento. impura pero satisfecha. aniquilada por completo. pero incluso así me pregunto… es posible que exista una luz más natural. una que descanse en paz y sea vital. grueso aro de cromo muy pulido.
v
mirame caminar por la jungla. desnuda qué noble. la única salvaje sobreviviente. civilizada pero todavía sin la puntada. por sobre todas las cosas está el águila blanca. gran mito. que él sea albino o místico es igual para mí. Ahora ya es grande como una casa de tropas. su pija se baja. como la escalera de rescate cae desde un helicóptero. una escalera inmensa y perfecta. un puente para monos. un arco. una autopista. puedo ver a los animales correr de a pares. para refugiarse y estar seguro está conmigo ahora. sabemos qué hacer. mover la noche con amor. el sexo, a diferencia del extraño, puede mover montañas. y yo soy un agujero abriéndose. un pozo para pijas. por un segundo, no-ahhh. virtud expendedora. ángeles desfigurados
donde no había arañas yo vi arañas
penetración hasta que acabé como un derramamiento.
patti te quiero.
viernes, abril 2
Lluvia-Mary Oliver/traducido junto a Martín Armada
1
Toda la tarde llovió, después
un gran poder descendió de las nubes
en un hilo amarillo,
tan autoritario como se supone que es Dios.
Cuando golpeó el árbol, el cuerpo de ella
se abrió para siempre.
2 El Pantano
Anoche, en la lluvia, algunos hombres treparon
el alambre de púa del centro de detención
En la oscuridad se preguntaron si podrían hacerlo, y supieron
que tenían que intentar hacerlo.
En la oscuridad treparon el cerco, puñado tras puñado
de alambre de púa.
Incluso en la oscuridad, a la mayoría los atraparon
y los encerraron de nuevo.
Pero algunos todavía están trepando el alambre de púa, o cruzando
el pantano azul del otro lado.
¿Cómo se siente el alambre de púa cuando lo agarrás, como si
fuera una hogaza de pan o un par de zapatos?
¿Cómo se siente el alambre de púa cuando lo agarrás, como si
fuera un plato y un tenedor o un ramo de flores?
¿Cómo se siente el alambre de púa cuando lo agarrás, como si
fuera la manija de una puerta, papeles de trabajo, una sábana limpia
que querés echarte sobre el cuerpo?
3
O esto: un día de lluvia, mi tío
sobre un colchón de flores,
frío y roto,
arrastrado desde el auto abandonado
con su tapón de trapos y el brillo
de la manguera. Mi padre
gritó,
después vino la ambulancia,
después miramos a la muerte,
después la ambulancia se lo llevó.
Desde la galeria de la casa
me di vuelta de nuevo
buscando a mi padre, que se había quedado,
que todavía estaba parado entre las flores
que era ese hombre embarrado e inmóvil
que era esa pequeña figura en la lluvia.
4 Temprano, Mi cumpleaños
En los trineos rosas de sus cuerpos, los caracoles se están moviendo
entre las flores azules.
La araña está dormida entre los pulgares rojos
de las moras.
¿Qué debería hacer, qué debería hacer?
La lluvia es lenta.
Los pequeños pájaros están vivos en ella.
Incluso los cascarudos.
Las hojas verdes beben a lengüetazos.
¿Qué debería hacer, qué debería hacer?
La avispa está sentada en la galeria de su castillo de papel.
La garza azul flota más allá de las nubes.
Los peces saltan, todo arco iris y boca, en el agua oscura.
Esta mañana, las lilas de agua no son menos lindas, pienso,
que las lilas de Monet.
Y ya no sé si quiero más ser útil, ser dócil, conducir
a los niños fuera del campo hacia el texto
de la civilidad, enseñarles que son (que no son) mejores
que el pasto.
5 En el Borde del Océano
He escuchado esta música antes
dijo el cuerpo.
6 El Jardín
La manga
fruncida del repollo,
la campana hueca
del ají,
la cebolla laqueada.
Remolachas, ortiga, tomates,
chauchas.
Entré y puse todo
sobre la mesada: cebollines, perejil, pepino,
el zapallo como una nube pálida,
arvejas en sus zapatos de seda, el maíz resplandeciente
empapado de lluvia.
7 El bosque
De noche
bajo los árboles
la serpiente negra
repta hacia delante
frotando
con aspereza
los tallos de las sanguinarias,
las hojas amarillas,
pequeñas corteza de canto rodado
se desprenden
de la vida vieja.
No sé
si ella sabe
lo que está sucediendo.
No sé
si ella sabe
que funcionará.
A la distancia
la luna y las estrellas
dan una luz tenue.
A la distancia
el búho llama.
La serpiente sabe
que estos son los bosques del búho,
que estos son los bosques de la muerte,
que estos son los bosques de las privaciones,
donde uno vive el la corteza de los árboles,
donde uno se tiende entre las ramas salvajes
y ellas no pueden soportar tu peso,
donde la vida no tiene propósito
y no es civil ni inteligente.
Donde la vida no tiene propósito
y no es civil ni inteligente
empieza
a llover
empieza
a oler como el cuerpo de las flores.
En la nuca
la piel vieja
se parte.
La serpiente tiembla
pero no duda.
Avanza lentamente,
comienza a sangrar
como el satén.
1
Toda la tarde llovió, después
un gran poder descendió de las nubes
en un hilo amarillo,
tan autoritario como se supone que es Dios.
Cuando golpeó el árbol, el cuerpo de ella
se abrió para siempre.
2 El Pantano
Anoche, en la lluvia, algunos hombres treparon
el alambre de púa del centro de detención
En la oscuridad se preguntaron si podrían hacerlo, y supieron
que tenían que intentar hacerlo.
En la oscuridad treparon el cerco, puñado tras puñado
de alambre de púa.
Incluso en la oscuridad, a la mayoría los atraparon
y los encerraron de nuevo.
Pero algunos todavía están trepando el alambre de púa, o cruzando
el pantano azul del otro lado.
¿Cómo se siente el alambre de púa cuando lo agarrás, como si
fuera una hogaza de pan o un par de zapatos?
¿Cómo se siente el alambre de púa cuando lo agarrás, como si
fuera un plato y un tenedor o un ramo de flores?
¿Cómo se siente el alambre de púa cuando lo agarrás, como si
fuera la manija de una puerta, papeles de trabajo, una sábana limpia
que querés echarte sobre el cuerpo?
3
O esto: un día de lluvia, mi tío
sobre un colchón de flores,
frío y roto,
arrastrado desde el auto abandonado
con su tapón de trapos y el brillo
de la manguera. Mi padre
gritó,
después vino la ambulancia,
después miramos a la muerte,
después la ambulancia se lo llevó.
Desde la galeria de la casa
me di vuelta de nuevo
buscando a mi padre, que se había quedado,
que todavía estaba parado entre las flores
que era ese hombre embarrado e inmóvil
que era esa pequeña figura en la lluvia.
4 Temprano, Mi cumpleaños
En los trineos rosas de sus cuerpos, los caracoles se están moviendo
entre las flores azules.
La araña está dormida entre los pulgares rojos
de las moras.
¿Qué debería hacer, qué debería hacer?
La lluvia es lenta.
Los pequeños pájaros están vivos en ella.
Incluso los cascarudos.
Las hojas verdes beben a lengüetazos.
¿Qué debería hacer, qué debería hacer?
La avispa está sentada en la galeria de su castillo de papel.
La garza azul flota más allá de las nubes.
Los peces saltan, todo arco iris y boca, en el agua oscura.
Esta mañana, las lilas de agua no son menos lindas, pienso,
que las lilas de Monet.
Y ya no sé si quiero más ser útil, ser dócil, conducir
a los niños fuera del campo hacia el texto
de la civilidad, enseñarles que son (que no son) mejores
que el pasto.
5 En el Borde del Océano
He escuchado esta música antes
dijo el cuerpo.
6 El Jardín
La manga
fruncida del repollo,
la campana hueca
del ají,
la cebolla laqueada.
Remolachas, ortiga, tomates,
chauchas.
Entré y puse todo
sobre la mesada: cebollines, perejil, pepino,
el zapallo como una nube pálida,
arvejas en sus zapatos de seda, el maíz resplandeciente
empapado de lluvia.
7 El bosque
De noche
bajo los árboles
la serpiente negra
repta hacia delante
frotando
con aspereza
los tallos de las sanguinarias,
las hojas amarillas,
pequeñas corteza de canto rodado
se desprenden
de la vida vieja.
No sé
si ella sabe
lo que está sucediendo.
No sé
si ella sabe
que funcionará.
A la distancia
la luna y las estrellas
dan una luz tenue.
A la distancia
el búho llama.
La serpiente sabe
que estos son los bosques del búho,
que estos son los bosques de la muerte,
que estos son los bosques de las privaciones,
donde uno vive el la corteza de los árboles,
donde uno se tiende entre las ramas salvajes
y ellas no pueden soportar tu peso,
donde la vida no tiene propósito
y no es civil ni inteligente.
Donde la vida no tiene propósito
y no es civil ni inteligente
empieza
a llover
empieza
a oler como el cuerpo de las flores.
En la nuca
la piel vieja
se parte.
La serpiente tiembla
pero no duda.
Avanza lentamente,
comienza a sangrar
como el satén.
viernes, marzo 26
22 Long Rifle
Otra bala más se clavó en la pila de madera. Sobre las marcas del tiro al blanco, el destino era una pieza de vals sin música. Lo único claro, por ese tiempo, era golpear sobre la punta suave de un percutor anular –lo hacía por el gusto de sentir el olor a pólvora un segundo después de ver salir una estela de humo. Los ritos de batalla, detrás de su máscara de violencia, guardaban secretos sutiles que los que disparaban protegían como beatos. La pólvora la hacía pensar en el aroma suave del fósforo quemado de las tareas de la casa y en las osamentas secas que traían los perros a la mañana. Encender la salamandra en invierno, hacer repiquetear el tanque de agua para los baños de la noche. Sobre el escritorio había un container de municiones importadas, cien cartuchos prolijamente dispuestos sobre sus orificios bajo la etiqueta azul de 22 long rifle. Contó once adentro del cargador sin furia y se encaramó apoyándose contra la estructura de hierro que sostenía la parra. Disparó contra las hojas del diario inglés, sobre las páginas de la sección de deportes, sobre las fotografías atléticas de los tenistas. Hacía buenas agrupaciones a pesar del mal pulso. Apoyaba el arma contra el hombro, en la parte de adentro, y después de tirar sentía la tensión sobre el músculo. A veces la tirantez se convertía en un dolor agudo, y otras en un calambre enérgico que le impedía levantar el brazo. Igual continuaba, y recién cuando la recámara estaba vacía, se acercaba a mirar por donde habían entrado las balas, corría la página, apoyaba las yemas sobre la madera buscando el orificio redondo, distinto de las estrías naturales del tronco y del hacha. Cada detonación era un bálsamo. Aún cuando de noche el ruido de las percusiones la hiciera soñar con estampidas que pasaban destruyéndolo todo –a veces eran búfalos, otras simplemente ciervos. Las noches aterradoras, sin embargo, soñaría con pequeños conejos blancos: gazapos que podrían no haber tenido más tamaño que el de un terrón de azúcar. Disparó durante varios días seguidos y de noche, cuando durmió, hubo animales. Por primera vez, se sentía la doble silvestre de sí misma y descendía de la pólvora quemada.
Otra bala más se clavó en la pila de madera. Sobre las marcas del tiro al blanco, el destino era una pieza de vals sin música. Lo único claro, por ese tiempo, era golpear sobre la punta suave de un percutor anular –lo hacía por el gusto de sentir el olor a pólvora un segundo después de ver salir una estela de humo. Los ritos de batalla, detrás de su máscara de violencia, guardaban secretos sutiles que los que disparaban protegían como beatos. La pólvora la hacía pensar en el aroma suave del fósforo quemado de las tareas de la casa y en las osamentas secas que traían los perros a la mañana. Encender la salamandra en invierno, hacer repiquetear el tanque de agua para los baños de la noche. Sobre el escritorio había un container de municiones importadas, cien cartuchos prolijamente dispuestos sobre sus orificios bajo la etiqueta azul de 22 long rifle. Contó once adentro del cargador sin furia y se encaramó apoyándose contra la estructura de hierro que sostenía la parra. Disparó contra las hojas del diario inglés, sobre las páginas de la sección de deportes, sobre las fotografías atléticas de los tenistas. Hacía buenas agrupaciones a pesar del mal pulso. Apoyaba el arma contra el hombro, en la parte de adentro, y después de tirar sentía la tensión sobre el músculo. A veces la tirantez se convertía en un dolor agudo, y otras en un calambre enérgico que le impedía levantar el brazo. Igual continuaba, y recién cuando la recámara estaba vacía, se acercaba a mirar por donde habían entrado las balas, corría la página, apoyaba las yemas sobre la madera buscando el orificio redondo, distinto de las estrías naturales del tronco y del hacha. Cada detonación era un bálsamo. Aún cuando de noche el ruido de las percusiones la hiciera soñar con estampidas que pasaban destruyéndolo todo –a veces eran búfalos, otras simplemente ciervos. Las noches aterradoras, sin embargo, soñaría con pequeños conejos blancos: gazapos que podrían no haber tenido más tamaño que el de un terrón de azúcar. Disparó durante varios días seguidos y de noche, cuando durmió, hubo animales. Por primera vez, se sentía la doble silvestre de sí misma y descendía de la pólvora quemada.
domingo, marzo 21
Meditaciones en una emergencia/Frank O´Hara*
Estaré por empezar a derrochar como una rubia? O por volverme religioso como si fuera francés?
Cada vez que me rompen el corazón me siento más aventurero (y los mismos nombres recurrentes vuelven a aparecer en esa lista interminable!), pero uno de estos días no va a quedar nada por lo cual aventurarse.
Porqué debería compartir con vos? Porqué no te deshacés de alguien más para cambiar?
Soy el menos complicado de los hombres. Todo lo que quiero es amor sin límites.
Hasta los árboles me entienden! Dios mío, me acuesto debajo suyo, también, no? Soy como una pila de hojas.
De todas formas, nunca me atasqué con las alabanzas de la vida pastoral, ni con nostalgia por el pasado inocente de los actos perversos en las pasturas. No. Uno no necesita salir de New York. Esos deseos de verdor— no puedo ni disfrutar de una hoja de hierba a menos de que sepa que hay un subte a mano, o una disquería o algun otro signo de que la gente no se arrepiente totalmente de la vida. Es más importante afirmar a los menos sinceros. Las nubes obtienen suficiente atención de la forma en qué es y siguen pasando igual. Saben lo que se pierden? Uh huh.
Mis ojos son de un azul vago, como el cielo, y cambian todo el tiempo,
los incriminan pero flotan, por completo específicos y desleales, para que nadie confíe en mí. Eso me inquieta y me hace infeliz, pero no puedo hacerlos quedarse quietos. Si al menos tuviera ojos grises, verdes, negros, marrones o amarillos, entonces me quedaría en casa y haría algo. No es que me dé curiosidad. Al contrario, me aburre pero es mi deber ser atento, hay cosas que requieren de mí –así como el cielo debe estar sobre la tierra. Y últimamente, su ansiedad se ha vuelto tan grande que no puedo permitirme ni dormir un poco.
Ahora hay un único hombre al que quiero besar cuando no se afeita. Heterosexualidad! Estás cerca de un modo inexorable. (Por qué no decepcionarte mejor?)
St. Serapion, me cubro con la toda de tu testimonio que es como la medianoche en Dostoevsky. Cómo fue que me volví una leyenda, querido? Probé el amor, pero eso te mantiene cerrado en el pecho de alguien y yo estoy siempre abriéndome como un loto- el éxtasis de estar siempe estallando hacia delante! (pero uno debe distraerse por ella!) o como un jacinto, “mantener la mugre de la vida alejada”, sí, incluso en el corazón, donde la mugre late y calumnia y contamina y determina. Voy a hacer mi voluntad, aunque me vuelva famoso por un vacío misterioso en el departamento, en la casaverde.
Destruíte si no sabés!
Es fácil ser hermoso, es dificil aparentarlo. Te admiro, amor, por la trampa que tendiste. Es como un último cápitulo que nadie lee porque la intriga ya terminó.
"Fanny Brown es una fugitiva –corriendo con una corneta de caballo, adoro a la pequeña Minx, y espero que sea feliz, a pesar de que me haya sacado de quicio por haber estallado demasiado— pobre idiota Cecchina! O F:B: como solíamos decirle.—Ojalá le hubieran dado una buena paliza y 10,000 libras” - Señora Thrale.
Tengo que salir de acá. Elijo un pedazo de chal y mis sandalias más sucias. Voy a volver, re-emerger, vencido, desde el valle; no querés que vaya a donde vos vas, así que voy a donde no me querés. Es sólo el atardecer, todavía queda mucho. No va a haber ninguna carta abajo. Dandome vuelta, escupo en la cerradura y perilla cede.
* esta traducción es una corazonada, nomás.
jueves, marzo 18
viernes, marzo 12
Días de Roma/Gerard Malanga*
Días llenos de nada
Días de cielo limpio y temperatura descendente
Días sin llamadas o con llamadas todas número equivocado
Está sucediendo
Días de 1967 llegando al final de la condición
de las gotas
para el frío y la tos en el pecho
Días con tardes en la vida de una mujer joven
que no está a tiempo
Días donde estalla soñar despierto
Días de frustración plena
Días en que maldicen mi película y a mí
con una maldición que nunca se levanta
Días con las ventanas cerradas para mantener el frío
separado del calor del living
Días de saltear el almuerzo por una llamada de teléfono
con un cambio de planes para el día
Días de despachar cartas
Días sin correspondencia
Días de fatiga y estar puesto de anfetaminas
Días de Charles Edward Ives
Días de las 4.00 p.m sintiéndome miserable
Días de usar drogas para desafiar el frío común
Días de frustración plena
Días de olvidarse.
*es el único poema que encontré cuando vi esto debajo del nombre de Cecilia Pavón en Gtalk: “i love gerard malanga and his fashion poems”
Días llenos de nada
Días de cielo limpio y temperatura descendente
Días sin llamadas o con llamadas todas número equivocado
Está sucediendo
Días de 1967 llegando al final de la condición
de las gotas
para el frío y la tos en el pecho
Días con tardes en la vida de una mujer joven
que no está a tiempo
Días donde estalla soñar despierto
Días de frustración plena
Días en que maldicen mi película y a mí
con una maldición que nunca se levanta
Días con las ventanas cerradas para mantener el frío
separado del calor del living
Días de saltear el almuerzo por una llamada de teléfono
con un cambio de planes para el día
Días de despachar cartas
Días sin correspondencia
Días de fatiga y estar puesto de anfetaminas
Días de Charles Edward Ives
Días de las 4.00 p.m sintiéndome miserable
Días de usar drogas para desafiar el frío común
Días de frustración plena
Días de olvidarse.
*es el único poema que encontré cuando vi esto debajo del nombre de Cecilia Pavón en Gtalk: “i love gerard malanga and his fashion poems”
miércoles, marzo 3
Algo de 2009, cuando Noe esperaba su bebé
Una amiga escribió una canción de cuna para el divorcio de Angelina y Billy Bob donde hablaba del amor franco y el zigzag de las instituciones. Para el casamiento de su amiga Anita, algunos años antes, había traducido una serie de poemas sobre el matrimonio en versión libre y, aunque nunca los publicó, el otro día, a propósito de un poema de Carver sobre limones y helicópteros, leímos algunos en voz alta. Estaba también la poeta embarazada y, en los momentos de silencio que le ganábamos a la batalla doméstica, corregíamos el libro que prepara. Va a llamarse Colecho, su libro, que es una palabra que quiere decir catre o cama pero no es lo mismo. La eligió porque sus poemas hablan de las cosas comunes enrarecidas, como cuando para sugerir que lo que arde se derrumba, escribe versos que dicen: “el día que la cuerda afloja para nuestro lado…” Creo que fue por esa frase que nos acordamos de haber leído, las tres juntas también, un texto en prosa, escrito para el segundo casamiento de Anita, donde decía “duren y ardan”. Ese día habíamos hablado, después, de lo difícil que era arder y durar y cómo el tiempo le daba al amor el efecto que tiene una nueva letra sobre una melodía antigua una vez lejos los clubes de Greenwood Village. Es cierto ¿no? A la distancia no todo son entonaciones difíciles y altamente eficaces.
Una amiga escribió una canción de cuna para el divorcio de Angelina y Billy Bob donde hablaba del amor franco y el zigzag de las instituciones. Para el casamiento de su amiga Anita, algunos años antes, había traducido una serie de poemas sobre el matrimonio en versión libre y, aunque nunca los publicó, el otro día, a propósito de un poema de Carver sobre limones y helicópteros, leímos algunos en voz alta. Estaba también la poeta embarazada y, en los momentos de silencio que le ganábamos a la batalla doméstica, corregíamos el libro que prepara. Va a llamarse Colecho, su libro, que es una palabra que quiere decir catre o cama pero no es lo mismo. La eligió porque sus poemas hablan de las cosas comunes enrarecidas, como cuando para sugerir que lo que arde se derrumba, escribe versos que dicen: “el día que la cuerda afloja para nuestro lado…” Creo que fue por esa frase que nos acordamos de haber leído, las tres juntas también, un texto en prosa, escrito para el segundo casamiento de Anita, donde decía “duren y ardan”. Ese día habíamos hablado, después, de lo difícil que era arder y durar y cómo el tiempo le daba al amor el efecto que tiene una nueva letra sobre una melodía antigua una vez lejos los clubes de Greenwood Village. Es cierto ¿no? A la distancia no todo son entonaciones difíciles y altamente eficaces.
domingo, febrero 28
Retrato correctivo para una familia literaria
Ese verano el fuego prendía en cualquier parte. Una lupa necesitaba un sólo rayo de sol para echar a arder un campo entero, para hacer subir el humo repiqueteante que ponía a bailar las chispas en el pasto alto. Fue nuestra última temporada de novios y con Mauro viajamos por ciudades con hoteles, ciudades costeras, de vacaciones. Era el cruce de años que iba del 08 al 09 y se conmemora con su cambio de casas: del jardín de Gurruchaga al fondo con Mardu en voz alta, al departamento nuevo de Ugarteche donde se susurra. En mi mochila viajaron los broches y las piolas con los cuentos de Carson MacCullers, en la de él casi nada más libros –aunque a la distancia solo me acuerdo de los inolvidables. Hasta que lleguemos a La Paloma, todo va a suceder sin sorpresas: la piel al rojo vivo, las biabas saladas con espuma, el viento que trae nubes de mosquitos desesperados –una ola que te revuelca, otra ola que te deja desnudo. Pero ahí vamos a encontrar una librería de saldos que va a cambiar todo. En esa ciudad vamos a comprar todos los libros que podamos: más de los que podamos cargar, mucho más de lo que podamos pagar seguro. Entrecortados por la luz, vamos a caminar por el pueblo cargados y en ojotas, como intérpretes de una coreografía lánguida. Vamos a cambiar los pasajes para volver antes, vamos a ser verdaderamente felices –de hojarasca en hojarasca vamos a llegar de nuevo a Montevideo. Y ahí, cansados del viaje y de nosotros mismos, vamos a encontrar esos libritos sutiles, delicados, llenos de gracia que un año más tarde van a llegar a Buenos Aires. Mauro va a tomar uno, al azar, y me va a leer la primera página en voz alta: el libro se llama Horas Puente, y el principio no puedo trascribirlo porque es un libro que leí y regalé –y que él seguiría, con el tiempo, regalando muchas veces. Yo vi su cara: la descarga: algo parecido al amor y a la electricidad que llegaba hasta la base de la columna. No teníamos dinero y salimos. Después vino el invierno y fue gris, nos separamos y estuvimos muy tristes. Los objetos tomaron un tinte solemne, y cambió el destino de las habitaciones. Cuando llegó de nuevo el verano cayo polen de los árboles y la superficie del agua se cubrió de una película amarilla finísima y liviana. Yo vine a pasar Navidad al campo, y volví a Buenos Aires unos días antes del año nuevo –el 31 a la mañana salíamos para Brasil. Lo llamé a Mauro para despedirme y le pedí que me acompañara a comprar algunos libros para el viaje –fue al año de Ugarteche, antes del cruce del departamentos de Malabia. Mientras caminábamos por la avenida, me dijo que tenía una sorpresa: había llegado la colección de libritos. La editorial se llamaba Hum, y el autor de Horas Puente era Ercole Lissardi. Bueno, en realidad, ese era el seudónimo de un señor gordo que, aún no lo sabíamos, Mauro iba a entrevistar unos meses más tarde. Los libros trazan raros signos de continuidad afectiva entre las personas: Horas Puente era parte de una trilogía donde en un tiempo recuperado yo estaba contagiada de emoción y loca de contenta. Entramos a una librería y Mauro me alcanzó los tres: Horas, Los Secretos y Ulisa –en dos días él los había leído todos. Yo encontré uno más, y lo compré también: cuando salimos de la librería, me dijo que ese no lo tenía, que si en el viaje los iba a leer todos o si se lo prestaba. El 5 de Enero era su cumpleaños, y era la primera vez en varios años que yo iba a estar muy lejos, con esa distancia doble de los que se acostumbran a un nuevo sistema de lealtades. Entonces lo saqué de la bolsa y se lo di. Le dije Feliz Cumpleaños, y nos abrazamos fuerte en la esquina, en puntas de pie como hacíamos siempre.El último cuadro del amor era una danza lenta y nuestra sombra bailaba sin escándalo sobre el asfalto.
Ese verano el fuego prendía en cualquier parte. Una lupa necesitaba un sólo rayo de sol para echar a arder un campo entero, para hacer subir el humo repiqueteante que ponía a bailar las chispas en el pasto alto. Fue nuestra última temporada de novios y con Mauro viajamos por ciudades con hoteles, ciudades costeras, de vacaciones. Era el cruce de años que iba del 08 al 09 y se conmemora con su cambio de casas: del jardín de Gurruchaga al fondo con Mardu en voz alta, al departamento nuevo de Ugarteche donde se susurra. En mi mochila viajaron los broches y las piolas con los cuentos de Carson MacCullers, en la de él casi nada más libros –aunque a la distancia solo me acuerdo de los inolvidables. Hasta que lleguemos a La Paloma, todo va a suceder sin sorpresas: la piel al rojo vivo, las biabas saladas con espuma, el viento que trae nubes de mosquitos desesperados –una ola que te revuelca, otra ola que te deja desnudo. Pero ahí vamos a encontrar una librería de saldos que va a cambiar todo. En esa ciudad vamos a comprar todos los libros que podamos: más de los que podamos cargar, mucho más de lo que podamos pagar seguro. Entrecortados por la luz, vamos a caminar por el pueblo cargados y en ojotas, como intérpretes de una coreografía lánguida. Vamos a cambiar los pasajes para volver antes, vamos a ser verdaderamente felices –de hojarasca en hojarasca vamos a llegar de nuevo a Montevideo. Y ahí, cansados del viaje y de nosotros mismos, vamos a encontrar esos libritos sutiles, delicados, llenos de gracia que un año más tarde van a llegar a Buenos Aires. Mauro va a tomar uno, al azar, y me va a leer la primera página en voz alta: el libro se llama Horas Puente, y el principio no puedo trascribirlo porque es un libro que leí y regalé –y que él seguiría, con el tiempo, regalando muchas veces. Yo vi su cara: la descarga: algo parecido al amor y a la electricidad que llegaba hasta la base de la columna. No teníamos dinero y salimos. Después vino el invierno y fue gris, nos separamos y estuvimos muy tristes. Los objetos tomaron un tinte solemne, y cambió el destino de las habitaciones. Cuando llegó de nuevo el verano cayo polen de los árboles y la superficie del agua se cubrió de una película amarilla finísima y liviana. Yo vine a pasar Navidad al campo, y volví a Buenos Aires unos días antes del año nuevo –el 31 a la mañana salíamos para Brasil. Lo llamé a Mauro para despedirme y le pedí que me acompañara a comprar algunos libros para el viaje –fue al año de Ugarteche, antes del cruce del departamentos de Malabia. Mientras caminábamos por la avenida, me dijo que tenía una sorpresa: había llegado la colección de libritos. La editorial se llamaba Hum, y el autor de Horas Puente era Ercole Lissardi. Bueno, en realidad, ese era el seudónimo de un señor gordo que, aún no lo sabíamos, Mauro iba a entrevistar unos meses más tarde. Los libros trazan raros signos de continuidad afectiva entre las personas: Horas Puente era parte de una trilogía donde en un tiempo recuperado yo estaba contagiada de emoción y loca de contenta. Entramos a una librería y Mauro me alcanzó los tres: Horas, Los Secretos y Ulisa –en dos días él los había leído todos. Yo encontré uno más, y lo compré también: cuando salimos de la librería, me dijo que ese no lo tenía, que si en el viaje los iba a leer todos o si se lo prestaba. El 5 de Enero era su cumpleaños, y era la primera vez en varios años que yo iba a estar muy lejos, con esa distancia doble de los que se acostumbran a un nuevo sistema de lealtades. Entonces lo saqué de la bolsa y se lo di. Le dije Feliz Cumpleaños, y nos abrazamos fuerte en la esquina, en puntas de pie como hacíamos siempre.El último cuadro del amor era una danza lenta y nuestra sombra bailaba sin escándalo sobre el asfalto.
domingo, febrero 14
Después del primer susto/Ted Hughes
Me levanté y barajé mis opciones.
Evadí todos los pensamientos que cualquiera tendría
excepto el detenerse y volver a empezar
de la rueda de Catherine en el estómago.
La discusión me excedió muy rápido.
Cuando dije: “Civilización”.
Ella empezó a chasquear los dedos y a quejarse.
Cuando dije: “Sanidad, dos veces Sanidad, Sanidad por sobre todas las cosas”.
Se destripó a sí misma con un corte en forma de cruz.
Dejé de tratar de hablar.
Pero cuando empezó a adoptar un aire desdeñoso en su lucha de muerte
llegó la culpa.
Y cuando cubrieron su cara, me puse frío.
Me levanté y barajé mis opciones.
Evadí todos los pensamientos que cualquiera tendría
excepto el detenerse y volver a empezar
de la rueda de Catherine en el estómago.
La discusión me excedió muy rápido.
Cuando dije: “Civilización”.
Ella empezó a chasquear los dedos y a quejarse.
Cuando dije: “Sanidad, dos veces Sanidad, Sanidad por sobre todas las cosas”.
Se destripó a sí misma con un corte en forma de cruz.
Dejé de tratar de hablar.
Pero cuando empezó a adoptar un aire desdeñoso en su lucha de muerte
llegó la culpa.
Y cuando cubrieron su cara, me puse frío.
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traducciones
viernes, febrero 12
El canto de los gallos/Ted Hughes
Me detuve en una cima oscura, entre cimas oscuras –
abajo la marea del día separaba el cielo de la tierra,
la ostra
se abría para probar el oro.
Y escuché encender el canto de los gallos
bajo la bruma –
tenían sueño
hervían hondo en la caldera del valle.
Después uno o dos se lanzaron con claridad, como pirotecnia suave
que se hundía oscureciendo de nuevo.
Después subieron más fuerte, más radiante, más alto
y partieron la bruma,
como burbujas brillantes que llegan alto y estallan en la luz
iluminando la parte baja de las nubes,
las crestas de fuego de los gallos – los gritos con forma de hoz,
desafío tras desafío, respuesta tras respuesta,
se engancharon más alto,
treparon el cielo mientras se derretían
colgaron en llamas desde los flecos de la noche.
Hasta que todo el valle desbordó con el canto de los gallos,
una mezcla mágica y suave que hervía encima,
y se derramaba brillante en otros valles
como se arrojan herraduras de metal incandescente –
desde los cobertizos hasta los patios, los gallineros, las chacras
y se hunde de nuevo en la niebla -
hasta que murió la última chispa, y se pusieron pálidas las brasas
y el sol se metió en su bolsa mojada
para el trabajo del día
mientras el horizonte se ponía más duro
sobre el humo de los pueblos, desde los agujeros de la tierra.
Me detuve en una cima oscura, entre cimas oscuras –
abajo la marea del día separaba el cielo de la tierra,
la ostra
se abría para probar el oro.
Y escuché encender el canto de los gallos
bajo la bruma –
tenían sueño
hervían hondo en la caldera del valle.
Después uno o dos se lanzaron con claridad, como pirotecnia suave
que se hundía oscureciendo de nuevo.
Después subieron más fuerte, más radiante, más alto
y partieron la bruma,
como burbujas brillantes que llegan alto y estallan en la luz
iluminando la parte baja de las nubes,
las crestas de fuego de los gallos – los gritos con forma de hoz,
desafío tras desafío, respuesta tras respuesta,
se engancharon más alto,
treparon el cielo mientras se derretían
colgaron en llamas desde los flecos de la noche.
Hasta que todo el valle desbordó con el canto de los gallos,
una mezcla mágica y suave que hervía encima,
y se derramaba brillante en otros valles
como se arrojan herraduras de metal incandescente –
desde los cobertizos hasta los patios, los gallineros, las chacras
y se hunde de nuevo en la niebla -
hasta que murió la última chispa, y se pusieron pálidas las brasas
y el sol se metió en su bolsa mojada
para el trabajo del día
mientras el horizonte se ponía más duro
sobre el humo de los pueblos, desde los agujeros de la tierra.
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jueves, febrero 11
LA PROPIA CARTONERA
Tiene el agrado de presentarles
GILDA VIVE
Colección de poesía de mujeres latinoamericanas
Primeros títulos
Valeria Meiller (Arg.)- El recreo - Nuevo plan de fronteras
Mayra Serra- Son bellas las santas
Alfonsina Brión (Arg.)- Papel Cebolla
Denisse Vega Farfán (Perú)- Hipocampo
Laura Petrecca (Arg.)- Los barcos vuelven
Paula Einöder- Opacidad
Neronessa (Rep. Dom.)- El volcán de la matriz electro elástica
Yohana Jaramillo (Mex.)- Yoh
Noelia Rivero (Arg.)- La casa se mantenía fresca en verano
Eugenia Prado Bassi (Chile)- El cofre
Juana Roggero (Arg.). La madera de antes de ayer
Lalo Barrubia- Sobre como aprovechar los restos
Belen Iannuzzi (Arg.)- Haikus gordos
Gladys González (Chile)- Aire quemado
Sol Echevarría (Arg.)- Postales
Adelaida Caballero (Mex.)- Cuando los demonios cantan
Noelia Vera (Arg.)- Discontinuos
Amanda Durán (Chile)- Antro
Rocío Navarro (Arg.)- inhalar resistir expirar
Katia Chiari (Panamá)- Poemas paredísticos
Eugenia Rombolá Clara (Arg.)- Contar con los dedos
Adriana Kogan (Arg.)- Tierra del fuego
Celeste Dieguez (Arg)- La capital
Mariana Suozzo (Arg.)- Poemas comunes
Muy Pronto
Olga Leiva / Rocío Cerón (Mex.) /
Trinidad Baruf (Arg.) / Angélica
Freitas (Bra.) / Agostina López (Arg.)
/ Jessica Freudenthal (Bol.) / Jimena
Repetto (Arg.) / Ursula Starke
Carrasco (Chile) / Paula Oyarzabal
(Arg.) / María Cristina di Rismerc
(Col.) / Paula Peyseré (Arg.) / Silvina
Mercadal (Arg.)
Y muchas más...
Conseguilos ya en el taller de La Propia (Santa Lucía esq. Faramiñan), o en cualquier lugar en
d o n d e e s t e m o s (ferias, eventos, etc.)
No te lo pierdas, llevátelos todos!!!!!!!!!!!!
Cumbia y Amor para todos !!!!!
Tiene el agrado de presentarles
GILDA VIVE
Colección de poesía de mujeres latinoamericanas
Primeros títulos
Valeria Meiller (Arg.)- El recreo - Nuevo plan de fronteras
Mayra Serra- Son bellas las santas
Alfonsina Brión (Arg.)- Papel Cebolla
Denisse Vega Farfán (Perú)- Hipocampo
Laura Petrecca (Arg.)- Los barcos vuelven
Paula Einöder- Opacidad
Neronessa (Rep. Dom.)- El volcán de la matriz electro elástica
Yohana Jaramillo (Mex.)- Yoh
Noelia Rivero (Arg.)- La casa se mantenía fresca en verano
Eugenia Prado Bassi (Chile)- El cofre
Juana Roggero (Arg.). La madera de antes de ayer
Lalo Barrubia- Sobre como aprovechar los restos
Belen Iannuzzi (Arg.)- Haikus gordos
Gladys González (Chile)- Aire quemado
Sol Echevarría (Arg.)- Postales
Adelaida Caballero (Mex.)- Cuando los demonios cantan
Noelia Vera (Arg.)- Discontinuos
Amanda Durán (Chile)- Antro
Rocío Navarro (Arg.)- inhalar resistir expirar
Katia Chiari (Panamá)- Poemas paredísticos
Eugenia Rombolá Clara (Arg.)- Contar con los dedos
Adriana Kogan (Arg.)- Tierra del fuego
Celeste Dieguez (Arg)- La capital
Mariana Suozzo (Arg.)- Poemas comunes
Muy Pronto
Olga Leiva / Rocío Cerón (Mex.) /
Trinidad Baruf (Arg.) / Angélica
Freitas (Bra.) / Agostina López (Arg.)
/ Jessica Freudenthal (Bol.) / Jimena
Repetto (Arg.) / Ursula Starke
Carrasco (Chile) / Paula Oyarzabal
(Arg.) / María Cristina di Rismerc
(Col.) / Paula Peyseré (Arg.) / Silvina
Mercadal (Arg.)
Y muchas más...
Conseguilos ya en el taller de La Propia (Santa Lucía esq. Faramiñan), o en cualquier lugar en
d o n d e e s t e m o s (ferias, eventos, etc.)
No te lo pierdas, llevátelos todos!!!!!!!!!!!!
Cumbia y Amor para todos !!!!!
Ella parecía tan considerada/Ted Hughes
y todo se había vuelto tan insoportable
mis amigos solemnes eran dos veces solemnes
mi amigos graciosos hacían más y más chistes
pero sus cabezas sudaban decaimiento,
como las cosas muertas que quedan en una bolsa
y de las que uno se olvida de deshacerse.
Me mordí la palma de la mano
y olí mortificación.
Después llegó un pájaro.
Dijo: “Tu mundo ha muerto.”
Y sonó dramático.
Pero mi mascota, el helecho tieso, el único espíritu compañero que todavía apreciaba,
en realidad se había secado.
Como si la Vida hubiera decidido desertarme.
Como si hubiera visto más esperanza en cualquier otra parte.
Después, el ser con alas me envolvió diciendo:
“Mirá el sol. Soy la única criatura
que nunca lastimó a ningún ser viviente.”
Estuve alegre de cerrar los ojos, y ser abrazado.
Si estaba muerto o aún no había nacido, no me importó.
y todo se había vuelto tan insoportable
mis amigos solemnes eran dos veces solemnes
mi amigos graciosos hacían más y más chistes
pero sus cabezas sudaban decaimiento,
como las cosas muertas que quedan en una bolsa
y de las que uno se olvida de deshacerse.
Me mordí la palma de la mano
y olí mortificación.
Después llegó un pájaro.
Dijo: “Tu mundo ha muerto.”
Y sonó dramático.
Pero mi mascota, el helecho tieso, el único espíritu compañero que todavía apreciaba,
en realidad se había secado.
Como si la Vida hubiera decidido desertarme.
Como si hubiera visto más esperanza en cualquier otra parte.
Después, el ser con alas me envolvió diciendo:
“Mirá el sol. Soy la única criatura
que nunca lastimó a ningún ser viviente.”
Estuve alegre de cerrar los ojos, y ser abrazado.
Si estaba muerto o aún no había nacido, no me importó.
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traducciones
hola dosmildiez, perdón que tardamos tanto en llegar, estábamos un poco distraídos criando pájaros.
Una madre verde/ Ted Hughes
¿Por qué tenés miedo?
En la casa de los muertos hay muchas cunas.
La tierra es un enjambre ajetreado de cielos.
Es una lotería que no se puede perder.
Acá está el cielo del árbol:
los ángeles van a venir a juntarte.
Y acá están los cielos de las flores:
la dicha que nunca se termina, una cadencia, la dicha del sueño.
Y acá está el cielo del gusano –
un Dios que perdona.
Poco de vos va a ser rechazado –
que los ángeles de las flores van a juntar con alegría.
Y acá está el cielo de los insectos.
Desde todos estos podés escalar
hasta el cielo de los pájaros,
el cielo de las bestias, y el de los peces.
Sólo hay algunos cielos
que no son de tu total elección.
También están los cielos
de tu persuasión.
Tus oraciones han hecho coagular un ángel, una estrella –
una ciudad de religiones
como una ciudad con hoteles, una ciudad de vacaciones.
Ahí también soy tu guía.
En ninguna de ellas está el resabio de la muerte
pobre, pronunciada. Esta tierra es la más dulce
de todos los cielos. Es la madre del Cielo.
La tumba es su pecho, su pezón es el aura oscura.
Su leche es la vida que no termina nunca.
Vas a ver
con cuánta ternura limpia de la cara de su hijo
el betún de la sangre y el humo de las lágrimas.
Una madre verde/ Ted Hughes
¿Por qué tenés miedo?
En la casa de los muertos hay muchas cunas.
La tierra es un enjambre ajetreado de cielos.
Es una lotería que no se puede perder.
Acá está el cielo del árbol:
los ángeles van a venir a juntarte.
Y acá están los cielos de las flores:
la dicha que nunca se termina, una cadencia, la dicha del sueño.
Y acá está el cielo del gusano –
un Dios que perdona.
Poco de vos va a ser rechazado –
que los ángeles de las flores van a juntar con alegría.
Y acá está el cielo de los insectos.
Desde todos estos podés escalar
hasta el cielo de los pájaros,
el cielo de las bestias, y el de los peces.
Sólo hay algunos cielos
que no son de tu total elección.
También están los cielos
de tu persuasión.
Tus oraciones han hecho coagular un ángel, una estrella –
una ciudad de religiones
como una ciudad con hoteles, una ciudad de vacaciones.
Ahí también soy tu guía.
En ninguna de ellas está el resabio de la muerte
pobre, pronunciada. Esta tierra es la más dulce
de todos los cielos. Es la madre del Cielo.
La tumba es su pecho, su pezón es el aura oscura.
Su leche es la vida que no termina nunca.
Vas a ver
con cuánta ternura limpia de la cara de su hijo
el betún de la sangre y el humo de las lágrimas.
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