![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjzNbpwdGOT1VlSbzMsjbGsZ5XOUIcMgzIQmUOVoU8LunZCCvnf6OnB4HjGjQQeCUPJ6HudxsFyUKBdvZY_8pWQdwvjazesnPNhZyNWdbgOSwnmr0sdoNU2PKxeLpLkXcFyFZIogwZ_Z2s/s400/Copia+de+Imagen+062.jpg)
miércoles, abril 1
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
En el sueño, no existían cupos ni vedas, únicamente el celo y la brama, y cada noche volvía a ser marzo. Ese día, dos animales daban saltos prodigiosos al golpe de gracia de la pólvora, y lo que se levantaba, en el rececho, además de una luna inmensa, eran las patas rojas y la tierra, roja también, del bosque ¿Quién lo hubiera dicho, visto siquiera? La caza de ciervos era ceremonia de cotejo: empezaba durante las últimas horas de la tarde y terminaba cuando la luz celeste iluminaba a las bestias en el predio con la gracia de muerte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario