Retrato correctivo para una familia literaria
Ese verano el fuego prendía en cualquier parte. Una lupa necesitaba un sólo rayo de sol para echar a arder un campo entero, para hacer subir el humo repiqueteante que ponía a bailar las chispas en el pasto alto. Fue nuestra última temporada de novios y con Mauro viajamos por ciudades con hoteles, ciudades costeras, de vacaciones. Era el cruce de años que iba del 08 al 09 y se conmemora con su cambio de casas: del jardín de Gurruchaga al fondo con Mardu en voz alta, al departamento nuevo de Ugarteche donde se susurra. En mi mochila viajaron los broches y las piolas con los cuentos de Carson MacCullers, en la de él casi nada más libros –aunque a la distancia solo me acuerdo de los inolvidables. Hasta que lleguemos a La Paloma, todo va a suceder sin sorpresas: la piel al rojo vivo, las biabas saladas con espuma, el viento que trae nubes de mosquitos desesperados –una ola que te revuelca, otra ola que te deja desnudo. Pero ahí vamos a encontrar una librería de saldos que va a cambiar todo. En esa ciudad vamos a comprar todos los libros que podamos: más de los que podamos cargar, mucho más de lo que podamos pagar seguro. Entrecortados por la luz, vamos a caminar por el pueblo cargados y en ojotas, como intérpretes de una coreografía lánguida. Vamos a cambiar los pasajes para volver antes, vamos a ser verdaderamente felices –de hojarasca en hojarasca vamos a llegar de nuevo a Montevideo. Y ahí, cansados del viaje y de nosotros mismos, vamos a encontrar esos libritos sutiles, delicados, llenos de gracia que un año más tarde van a llegar a Buenos Aires. Mauro va a tomar uno, al azar, y me va a leer la primera página en voz alta: el libro se llama Horas Puente, y el principio no puedo trascribirlo porque es un libro que leí y regalé –y que él seguiría, con el tiempo, regalando muchas veces. Yo vi su cara: la descarga: algo parecido al amor y a la electricidad que llegaba hasta la base de la columna. No teníamos dinero y salimos. Después vino el invierno y fue gris, nos separamos y estuvimos muy tristes. Los objetos tomaron un tinte solemne, y cambió el destino de las habitaciones. Cuando llegó de nuevo el verano cayo polen de los árboles y la superficie del agua se cubrió de una película amarilla finísima y liviana. Yo vine a pasar Navidad al campo, y volví a Buenos Aires unos días antes del año nuevo –el 31 a la mañana salíamos para Brasil. Lo llamé a Mauro para despedirme y le pedí que me acompañara a comprar algunos libros para el viaje –fue al año de Ugarteche, antes del cruce del departamentos de Malabia. Mientras caminábamos por la avenida, me dijo que tenía una sorpresa: había llegado la colección de libritos. La editorial se llamaba Hum, y el autor de Horas Puente era Ercole Lissardi. Bueno, en realidad, ese era el seudónimo de un señor gordo que, aún no lo sabíamos, Mauro iba a entrevistar unos meses más tarde. Los libros trazan raros signos de continuidad afectiva entre las personas: Horas Puente era parte de una trilogía donde en un tiempo recuperado yo estaba contagiada de emoción y loca de contenta. Entramos a una librería y Mauro me alcanzó los tres: Horas, Los Secretos y Ulisa –en dos días él los había leído todos. Yo encontré uno más, y lo compré también: cuando salimos de la librería, me dijo que ese no lo tenía, que si en el viaje los iba a leer todos o si se lo prestaba. El 5 de Enero era su cumpleaños, y era la primera vez en varios años que yo iba a estar muy lejos, con esa distancia doble de los que se acostumbran a un nuevo sistema de lealtades. Entonces lo saqué de la bolsa y se lo di. Le dije Feliz Cumpleaños, y nos abrazamos fuerte en la esquina, en puntas de pie como hacíamos siempre.El último cuadro del amor era una danza lenta y nuestra sombra bailaba sin escándalo sobre el asfalto.
domingo, febrero 28
domingo, febrero 14
Después del primer susto/Ted Hughes
Me levanté y barajé mis opciones.
Evadí todos los pensamientos que cualquiera tendría
excepto el detenerse y volver a empezar
de la rueda de Catherine en el estómago.
La discusión me excedió muy rápido.
Cuando dije: “Civilización”.
Ella empezó a chasquear los dedos y a quejarse.
Cuando dije: “Sanidad, dos veces Sanidad, Sanidad por sobre todas las cosas”.
Se destripó a sí misma con un corte en forma de cruz.
Dejé de tratar de hablar.
Pero cuando empezó a adoptar un aire desdeñoso en su lucha de muerte
llegó la culpa.
Y cuando cubrieron su cara, me puse frío.
Me levanté y barajé mis opciones.
Evadí todos los pensamientos que cualquiera tendría
excepto el detenerse y volver a empezar
de la rueda de Catherine en el estómago.
La discusión me excedió muy rápido.
Cuando dije: “Civilización”.
Ella empezó a chasquear los dedos y a quejarse.
Cuando dije: “Sanidad, dos veces Sanidad, Sanidad por sobre todas las cosas”.
Se destripó a sí misma con un corte en forma de cruz.
Dejé de tratar de hablar.
Pero cuando empezó a adoptar un aire desdeñoso en su lucha de muerte
llegó la culpa.
Y cuando cubrieron su cara, me puse frío.
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viernes, febrero 12
El canto de los gallos/Ted Hughes
Me detuve en una cima oscura, entre cimas oscuras –
abajo la marea del día separaba el cielo de la tierra,
la ostra
se abría para probar el oro.
Y escuché encender el canto de los gallos
bajo la bruma –
tenían sueño
hervían hondo en la caldera del valle.
Después uno o dos se lanzaron con claridad, como pirotecnia suave
que se hundía oscureciendo de nuevo.
Después subieron más fuerte, más radiante, más alto
y partieron la bruma,
como burbujas brillantes que llegan alto y estallan en la luz
iluminando la parte baja de las nubes,
las crestas de fuego de los gallos – los gritos con forma de hoz,
desafío tras desafío, respuesta tras respuesta,
se engancharon más alto,
treparon el cielo mientras se derretían
colgaron en llamas desde los flecos de la noche.
Hasta que todo el valle desbordó con el canto de los gallos,
una mezcla mágica y suave que hervía encima,
y se derramaba brillante en otros valles
como se arrojan herraduras de metal incandescente –
desde los cobertizos hasta los patios, los gallineros, las chacras
y se hunde de nuevo en la niebla -
hasta que murió la última chispa, y se pusieron pálidas las brasas
y el sol se metió en su bolsa mojada
para el trabajo del día
mientras el horizonte se ponía más duro
sobre el humo de los pueblos, desde los agujeros de la tierra.
Me detuve en una cima oscura, entre cimas oscuras –
abajo la marea del día separaba el cielo de la tierra,
la ostra
se abría para probar el oro.
Y escuché encender el canto de los gallos
bajo la bruma –
tenían sueño
hervían hondo en la caldera del valle.
Después uno o dos se lanzaron con claridad, como pirotecnia suave
que se hundía oscureciendo de nuevo.
Después subieron más fuerte, más radiante, más alto
y partieron la bruma,
como burbujas brillantes que llegan alto y estallan en la luz
iluminando la parte baja de las nubes,
las crestas de fuego de los gallos – los gritos con forma de hoz,
desafío tras desafío, respuesta tras respuesta,
se engancharon más alto,
treparon el cielo mientras se derretían
colgaron en llamas desde los flecos de la noche.
Hasta que todo el valle desbordó con el canto de los gallos,
una mezcla mágica y suave que hervía encima,
y se derramaba brillante en otros valles
como se arrojan herraduras de metal incandescente –
desde los cobertizos hasta los patios, los gallineros, las chacras
y se hunde de nuevo en la niebla -
hasta que murió la última chispa, y se pusieron pálidas las brasas
y el sol se metió en su bolsa mojada
para el trabajo del día
mientras el horizonte se ponía más duro
sobre el humo de los pueblos, desde los agujeros de la tierra.
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jueves, febrero 11
LA PROPIA CARTONERA
Tiene el agrado de presentarles
GILDA VIVE
Colección de poesía de mujeres latinoamericanas
Primeros títulos
Valeria Meiller (Arg.)- El recreo - Nuevo plan de fronteras
Mayra Serra- Son bellas las santas
Alfonsina Brión (Arg.)- Papel Cebolla
Denisse Vega Farfán (Perú)- Hipocampo
Laura Petrecca (Arg.)- Los barcos vuelven
Paula Einöder- Opacidad
Neronessa (Rep. Dom.)- El volcán de la matriz electro elástica
Yohana Jaramillo (Mex.)- Yoh
Noelia Rivero (Arg.)- La casa se mantenía fresca en verano
Eugenia Prado Bassi (Chile)- El cofre
Juana Roggero (Arg.). La madera de antes de ayer
Lalo Barrubia- Sobre como aprovechar los restos
Belen Iannuzzi (Arg.)- Haikus gordos
Gladys González (Chile)- Aire quemado
Sol Echevarría (Arg.)- Postales
Adelaida Caballero (Mex.)- Cuando los demonios cantan
Noelia Vera (Arg.)- Discontinuos
Amanda Durán (Chile)- Antro
Rocío Navarro (Arg.)- inhalar resistir expirar
Katia Chiari (Panamá)- Poemas paredísticos
Eugenia Rombolá Clara (Arg.)- Contar con los dedos
Adriana Kogan (Arg.)- Tierra del fuego
Celeste Dieguez (Arg)- La capital
Mariana Suozzo (Arg.)- Poemas comunes
Muy Pronto
Olga Leiva / Rocío Cerón (Mex.) /
Trinidad Baruf (Arg.) / Angélica
Freitas (Bra.) / Agostina López (Arg.)
/ Jessica Freudenthal (Bol.) / Jimena
Repetto (Arg.) / Ursula Starke
Carrasco (Chile) / Paula Oyarzabal
(Arg.) / María Cristina di Rismerc
(Col.) / Paula Peyseré (Arg.) / Silvina
Mercadal (Arg.)
Y muchas más...
Conseguilos ya en el taller de La Propia (Santa Lucía esq. Faramiñan), o en cualquier lugar en
d o n d e e s t e m o s (ferias, eventos, etc.)
No te lo pierdas, llevátelos todos!!!!!!!!!!!!
Cumbia y Amor para todos !!!!!
Tiene el agrado de presentarles
GILDA VIVE
Colección de poesía de mujeres latinoamericanas
Primeros títulos
Valeria Meiller (Arg.)- El recreo - Nuevo plan de fronteras
Mayra Serra- Son bellas las santas
Alfonsina Brión (Arg.)- Papel Cebolla
Denisse Vega Farfán (Perú)- Hipocampo
Laura Petrecca (Arg.)- Los barcos vuelven
Paula Einöder- Opacidad
Neronessa (Rep. Dom.)- El volcán de la matriz electro elástica
Yohana Jaramillo (Mex.)- Yoh
Noelia Rivero (Arg.)- La casa se mantenía fresca en verano
Eugenia Prado Bassi (Chile)- El cofre
Juana Roggero (Arg.). La madera de antes de ayer
Lalo Barrubia- Sobre como aprovechar los restos
Belen Iannuzzi (Arg.)- Haikus gordos
Gladys González (Chile)- Aire quemado
Sol Echevarría (Arg.)- Postales
Adelaida Caballero (Mex.)- Cuando los demonios cantan
Noelia Vera (Arg.)- Discontinuos
Amanda Durán (Chile)- Antro
Rocío Navarro (Arg.)- inhalar resistir expirar
Katia Chiari (Panamá)- Poemas paredísticos
Eugenia Rombolá Clara (Arg.)- Contar con los dedos
Adriana Kogan (Arg.)- Tierra del fuego
Celeste Dieguez (Arg)- La capital
Mariana Suozzo (Arg.)- Poemas comunes
Muy Pronto
Olga Leiva / Rocío Cerón (Mex.) /
Trinidad Baruf (Arg.) / Angélica
Freitas (Bra.) / Agostina López (Arg.)
/ Jessica Freudenthal (Bol.) / Jimena
Repetto (Arg.) / Ursula Starke
Carrasco (Chile) / Paula Oyarzabal
(Arg.) / María Cristina di Rismerc
(Col.) / Paula Peyseré (Arg.) / Silvina
Mercadal (Arg.)
Y muchas más...
Conseguilos ya en el taller de La Propia (Santa Lucía esq. Faramiñan), o en cualquier lugar en
d o n d e e s t e m o s (ferias, eventos, etc.)
No te lo pierdas, llevátelos todos!!!!!!!!!!!!
Cumbia y Amor para todos !!!!!
Ella parecía tan considerada/Ted Hughes
y todo se había vuelto tan insoportable
mis amigos solemnes eran dos veces solemnes
mi amigos graciosos hacían más y más chistes
pero sus cabezas sudaban decaimiento,
como las cosas muertas que quedan en una bolsa
y de las que uno se olvida de deshacerse.
Me mordí la palma de la mano
y olí mortificación.
Después llegó un pájaro.
Dijo: “Tu mundo ha muerto.”
Y sonó dramático.
Pero mi mascota, el helecho tieso, el único espíritu compañero que todavía apreciaba,
en realidad se había secado.
Como si la Vida hubiera decidido desertarme.
Como si hubiera visto más esperanza en cualquier otra parte.
Después, el ser con alas me envolvió diciendo:
“Mirá el sol. Soy la única criatura
que nunca lastimó a ningún ser viviente.”
Estuve alegre de cerrar los ojos, y ser abrazado.
Si estaba muerto o aún no había nacido, no me importó.
y todo se había vuelto tan insoportable
mis amigos solemnes eran dos veces solemnes
mi amigos graciosos hacían más y más chistes
pero sus cabezas sudaban decaimiento,
como las cosas muertas que quedan en una bolsa
y de las que uno se olvida de deshacerse.
Me mordí la palma de la mano
y olí mortificación.
Después llegó un pájaro.
Dijo: “Tu mundo ha muerto.”
Y sonó dramático.
Pero mi mascota, el helecho tieso, el único espíritu compañero que todavía apreciaba,
en realidad se había secado.
Como si la Vida hubiera decidido desertarme.
Como si hubiera visto más esperanza en cualquier otra parte.
Después, el ser con alas me envolvió diciendo:
“Mirá el sol. Soy la única criatura
que nunca lastimó a ningún ser viviente.”
Estuve alegre de cerrar los ojos, y ser abrazado.
Si estaba muerto o aún no había nacido, no me importó.
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hola dosmildiez, perdón que tardamos tanto en llegar, estábamos un poco distraídos criando pájaros.
Una madre verde/ Ted Hughes
¿Por qué tenés miedo?
En la casa de los muertos hay muchas cunas.
La tierra es un enjambre ajetreado de cielos.
Es una lotería que no se puede perder.
Acá está el cielo del árbol:
los ángeles van a venir a juntarte.
Y acá están los cielos de las flores:
la dicha que nunca se termina, una cadencia, la dicha del sueño.
Y acá está el cielo del gusano –
un Dios que perdona.
Poco de vos va a ser rechazado –
que los ángeles de las flores van a juntar con alegría.
Y acá está el cielo de los insectos.
Desde todos estos podés escalar
hasta el cielo de los pájaros,
el cielo de las bestias, y el de los peces.
Sólo hay algunos cielos
que no son de tu total elección.
También están los cielos
de tu persuasión.
Tus oraciones han hecho coagular un ángel, una estrella –
una ciudad de religiones
como una ciudad con hoteles, una ciudad de vacaciones.
Ahí también soy tu guía.
En ninguna de ellas está el resabio de la muerte
pobre, pronunciada. Esta tierra es la más dulce
de todos los cielos. Es la madre del Cielo.
La tumba es su pecho, su pezón es el aura oscura.
Su leche es la vida que no termina nunca.
Vas a ver
con cuánta ternura limpia de la cara de su hijo
el betún de la sangre y el humo de las lágrimas.
Una madre verde/ Ted Hughes
¿Por qué tenés miedo?
En la casa de los muertos hay muchas cunas.
La tierra es un enjambre ajetreado de cielos.
Es una lotería que no se puede perder.
Acá está el cielo del árbol:
los ángeles van a venir a juntarte.
Y acá están los cielos de las flores:
la dicha que nunca se termina, una cadencia, la dicha del sueño.
Y acá está el cielo del gusano –
un Dios que perdona.
Poco de vos va a ser rechazado –
que los ángeles de las flores van a juntar con alegría.
Y acá está el cielo de los insectos.
Desde todos estos podés escalar
hasta el cielo de los pájaros,
el cielo de las bestias, y el de los peces.
Sólo hay algunos cielos
que no son de tu total elección.
También están los cielos
de tu persuasión.
Tus oraciones han hecho coagular un ángel, una estrella –
una ciudad de religiones
como una ciudad con hoteles, una ciudad de vacaciones.
Ahí también soy tu guía.
En ninguna de ellas está el resabio de la muerte
pobre, pronunciada. Esta tierra es la más dulce
de todos los cielos. Es la madre del Cielo.
La tumba es su pecho, su pezón es el aura oscura.
Su leche es la vida que no termina nunca.
Vas a ver
con cuánta ternura limpia de la cara de su hijo
el betún de la sangre y el humo de las lágrimas.
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