viernes, diciembre 10

precauciones sutiles para llegar a enamorarse

No tengo miedo, pero por favor no me sueltes. Él medía más o menos lo mismo que le hubiera gustado medir a ella si hubiera sido varón. Las luces eran rojas y blancas y bailaban sobre los espejos y sobre la gente en la pista. Tomados de la mano atravesaron un mar de gente, el otoño afuera bailaba sin furia, y adentro algo se prendía sin apuro pero sin pausa. La soltó despacio mientras se acercaban al resto y a ella le pareció un secreto que habría que guardar como un par de enaguas, algo que no hace falta ver pero que es necesario para que lo que venga encima funcione después.

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